Cruces invertidas, terror nulo
Con el estilo del "falso documental" narrado con cámara en mano, recurso visto últimamente en muchas producciones del género, llega este film que bucea en el tema de las posesiones demoníacas.
Con el diablo adentro, del director William Brent Bell (había realizado Stay Alive) intenta sorprender con una realizaciión que sigue los pasos de Rec, Cloverfield , la saga Actividad paranormal o la más reciente El último exorcismo. Es decir, cine despojado de casi todo artificio que pone el acento en el punto de vista de una cámara de video que registra diversas situaciones. El resultado es pobre y, salvo en el comienzo, no genera suspenso o miedo en el espectador.
La trama gira en torno a Isabella Rossi (la brasilera Fernanda Andrade), una joven que investiga junto a dos sacerdotes, expertos en exorcismos, el extraño caso de su madre, María Rossi (Suzan Crowley), supuestamente poseída por demonios y acusada de cometer tres asesinatos veinte años atrás.
Con un estilo de noticiero y un camarógrafo que acompaña a Isabel hasta el psiquiátrico donde se encuentra su mamá, en Italia, la trama intenta develar si se trata de una enferma mental o si realmente está poseída.
Un batido de ciencia y fe que se mueve entre voces distorsionadas, levitaciones, contorsiones de los cuerpos y no mucho más que no haya sido visto con eficacia en El Exorcista. Con un planteo formal clásico, quizás, el resultado hubiese sido otro.
La frase "Muchos han sido poseídos por uno, sólo una ha sido poseída por muchos" suena tentadora, pero a la hora de la verdad el público nunca enfrenta El Mal.