Desde que en 1999 "Blair Witch" resultara un gran éxito, (innovando con el estilo de falso documental), el género de terror no ha parado de utilizar esta fórmula, obteniendo resultados muy dispares. De las muy buenas entregas de REC, pasando por las aceptables de Actividad Paranormal, hasta la mediocre El Último exorcismo, esta especie de Sub-género dentro del terror, parece hoy en día un recurso por demás agotado. "Con el diablo adentro", film de bajo presupuesto, (que gracias a una muy buena campaña de marketing, hábilmente promocionada como la película "que el Vaticano quiso impedir que se estrene"), ha cosechado más de 30 millones de dólares en su primer fin de semana en los Estados Unidos y es el claro ejemplo de que ya es hora de probar algo nuevo.
La historia comienza el 30 de octubre de 1989 con una llamada al servicio de emergencias. Una voz femenina, se autoacusa de un triple homicidio. La policía llega al lugar del crimen y dicho y hecho, vemos los tres cuerpos terriblemente mutilados. Veinte años después, una cámara en movimiento nos presenta a Isabella Rossi (Fernanda Andrade), hija de María Rossi (Suzan Crowley), la mujer responsable de los crímenes. Nos enteramos entonces de que ocurrieron mediante un exorcismo y que los muertos eran dos sacerdotes y una monja. Si bien no se pudo comprobar que su madre estuvo poseída, ella fue transladada a una institución mental en Roma (porqué allí, si negaron en su momento la posesión? No se aclara, pero es obvio que tratándose de un film sobre el demonio, quedaba más pintoresco de esa manera!).
Isabella, dispuesta a descubrir la verdad y con la excusa de filmar una película, viajará a Italia en compañia de un camarógrafo. Es más, logrará introducirse en un seminario sobre exorsismos en pleno vaticano y filmarlo (como si esto fuera posible!). Luego se topará con dos jóvenes sacerdotes, quienes en contra de los métodos de la iglesia y después de mostrarle como funciona un ritual ( tal vez, la única escena que impresiona desde lo visual), aceptarán ver a su madre y exorcisarla.
Lo que viene después es una suceción de lugares comunes, y totalmente previsible hasta la última escena. Hay que reconocer que los rubros técnicos están bien logrados y el sonido e iluminación logran crear climas por momentos inquietantes, pero jamás llega a asustar, como es su objetivo, y los ochenta minutos que dura se sienten bastante.
Como dije, es hora de que el género de terror vaya buscando nuevas ideas, pero mientras siga recaudando no será fácil convencer a los guionistas que apunten un poco más alto y arriesguen un poco más...