Con este miedo al futuro: El colapso de la mediana edad.
Como una sesión de psicoanálisis, se arma la historia de Leo y su conjunción de crisis.
“Con ese miedo al futuro” parece una película de típico cine independiente argentino donde la cámara persigue al protagonista por detrás, como hostigándolo, pero esa forma de espiar queda en la primer escena. La historia comienza con un primerísimo primer plano de la nuca de Leo en un baño de la facultad donde trabaja, dudando si meterse la cocaína que tiene sobre una tarjeta SUBE. Se acerca al montoncito blanco, la escena funde a negro y surge en blanco el título del film, con el ruido que hace Leo al aspirar, como banda sonora.
Nacho Sesma presenta este drama profundo, oponiéndolo a su ópera prima “Noche de Perros”, una comedia/policial clase B.
Leo (Facundo Cardosi), escritor frustrado, docente de Literatura y humano autodestructivo, no está pasando por su mejor momento: crisis creativa, divorcio en curso, no tiene dónde ir a vivir (va a dormir al quincho de la casa de los padres de un amigo), el sueldo no le alcanza, sus compañeros de trabajo se quejan de él. Todo se traduce en una crisis existencial que lo va a hacer caer a unos sitios recónditos del alma y de la noche porteña.
Cardosi representa de manera creíble esa inestabilidad del personaje hostil que no genera empatía sino hasta el final. Durante casi toda la película, el espectador no quiere a Leo. Luego empieza a aparecer el dolor para justificar esa forma de ser y juega la condescendencia. Por su parte, Ailín Salas aparece como la antítesis de Leo, una alumna luminosa y fresca que, claramente, llamará la atención del protagonista, de distintas formas.
Es una película que, a pesar de la densidad de lo narrativo, logra ser disfrutable. La constante cámara en mano y la oscura fotografía no llega a molestar. Con planos cerrados, todo el tiempo, se siente el aislamiento y el enojo de Leo, pero Sesma cuenta la historia con humor y sensibilidad, sin centrarla en las miserias de la autodestrucción. El relato llega a ser mucho más amable de lo que parece al comienzo.