Profesor de Literatura, escritor frustrado y residual adolescente, Leo atraviesa una crisis profunda. Algunas de sus causas yacen en el relato, otras se extravían en un estado que, como la soledad, parece nacer de la existencia antes que de la coyuntura. La segunda película de Nacho Mesma alcanza sus mejores momentos en esa inmersión en la vida de su protagonista hasta la asfixia. Los planos cerrados y la cámara en permanente movimiento atrapan el encierro y la inestabilidad de Leo, que ningún mágico encuentro parece poder liberar. Si bien las insistentes escenas de autodestrucción pueden resultar artificiales y calculadas, la excelente interpretación de Facundo Cardosi hace creíble su periplo y consigue en los silencios compartidos con Ailín Salas los más interesantes hallazgos.