Contenida evocación de hechos atroces
Las historias que aquí se cuentan están basadas en hechos verídicos, sufridos por el propio autor, Carlos Martínez, el músico Héctor Vilche, y otros responsables de la producción, todos ellos sobrevivientes de los llamados Pabellones de la Muerte de la Unidad Penal 9 de La Plata. En el Uno estaban los montoneros, en el Dos los del Erp. Entre estos últimos, los civiles ya juzgados bajo el gobierno peronista por el asalto a Sanidad en 1973 y otras causas. Es decir, presos legales. A los que se sumarían unos cuantos más a partir de 1976.
También se restarían unos cuantos, a partir de ese año, mediante torturas, fusilamientos, simulacros de fuga y permisos de salida seguidos de "desaparición" en la vía pública. Y de algo peor: el secuestro y desaparición de familiares "sospechosos" de hacer campaña internacional por sus parientes presos (a uno de ellos, Elizalde Leal, le mataron la madre, la esposa y los dos hermanos). Pero la campaña igual tuvo sus frutos, cuando "The New York Times" y "Le Monde" publicaron listas completas de detenidos, y la OEA se vio obligada a interceder, salvando así la vida de unos cuantos.
La película refiere todo esto, ambientándolo en el propio lugar de los hechos (hoy Pabellón Universitario, para presos que estudian). Detalle curioso, el tono general no es truculento, como pudiera temerse, sino más bien discreto, contenido, tipo docudrama de los 70, como para que el público general, incluso escolar, pueda soportar lo que allí se muestra. La idea es respetable, aunque deja afuera la posibilidad de escenificar algunos episodios seguramente muy cinematográficos, como el que protagonizó el propio Martínez, que, según cuentan, una noche recibió tres balazos a quemarropa (cuello, cabeza y estómago) y siguió tranquilo, causando tal asombro en los fusiladores que ellos mismos terminaron llevándolo al Fernández.
La obra tampoco exalta a ningún sector, ni cae en agregados de actualidad política, ni siquiera en el desenlace, cuando vemos el registro documental de la condena a cadena perpetua para el jefe de la Unidad Penitenciaria de aquella época y dos de los torturadores, en un juicio donde también recibieron condena otros doce acusados (y uno de ellos, de anteojos oscuros, entra al juzgado haciendo la V de la victoria).
En la representación de los años 76 a 79, participaron Alicia Zanca, también directora de actores, Ingrid Pelicori, Horacio Roca, Raúl Rizzo, Horacio Peña, Enrique Dumont, Diego Spíndola, Facundo Espinosa, Guido Massri, Nicolás Pauls, y largo elenco. También, en carácter de extras, varios presos comunes que hoy habitan el lugar con menos preocupaciones que sus antecesores.