Condorito

Crítica de Guillo Teg - El rincón del cinéfilo

Desde el vamos no podía augurarse gran cosa de esta adaptación al cine de uno de los personajes de historieta más icónicos de Chile. Condorito (más que Mafalda es como el Patoruzú chileno, dado el tipo de identidad cultural) fue, y es, una revista de historietas que en cada página contaba un chiste distinto (de fútbol, de borrachos, de los tontos del pueblo, de parejas, y sobre todo de suegras).
La idea de llevarlo a un largometraje podía, en principio, ser un buen negocio dada la popularidad del personaje. Sin embargo, dos factores conspiran también contra su éxito. El primero es la modificación del formato, porque es como mínimo riesgoso escribir un guión de una hora y pico sin perder la esencia del gag inmediato. El segundo es simplemente generacional. ¿Cuántos chicos (público al que apunta éste estreno) saben quién es?
En la Argentina el pico de fama de la revista llegó en la época de la primavera democrática de Alfonsín. Los que viajaban en tren de larga distancia en los ‘80 habrán visto miles de veces a los vendedores ambulantes que se paseaban por los vagones con el manojo de historietas importadas. Cinco, por (lo que ahora serían) cincuenta pesos, entre las cuales estaban seguro un par de ejemplares de Mortadelo y Filemón, clásico cómic de España, y por supuesto un par del pajarraco trasandino. En épocas del auge audiovisual encontrar a un pibe leyendo alguna de estas (o Patoruzú, Isidoro, etc.) es como una aguja en un pajar.
Pero vamos al evento. Evidentemente los guionistas Martín Piroyansky, Rodrigo Moraes e Ishai Ravid han querido aggiornar los personajes a los tiempos que corren, pero evidentemente con referencias a “Titanic” (James Cameron, 1997) o “Top gun” (Tony Scott, 1986) no alcanza. Menos aún, si el argumento está tan tirado de los pelos y obligado por la circunstancia de enfrentarse a un producto de mucha producción. Es cierto, los que lo han leído en su momento se encontrarán con el protagonista y su sobrino Coné, la novia Yayita, Huevo, Ungenio y la inefable suegra Tremebunda, todos habitantes de Pelotillehue.
La oportunidad de construir los personajes (en lugar de confiar en que el público ya los conoce) estaba servida en bandeja. y hubiese sido acertado para instalar una saga duradera. Lo han hecho con El Hombre Araña tres veces en quince años, cómo no hacerlo en este caso. ¿Qué necesidad había de incrustar en el libreto un secuestro extraterrestre plagiado de un capítulo de Los Simpsons cuando pocas, contadísimas veces, se mencionó o se vieron extraterrestres en la publicación original?
“Condorito, la película” es un cúmulo de desaciertos parecidos a los ocurridos con “Emoji, la película”, recientemente estrenada, es decir, contar con que la audiencia ya conoce de qué se trata y quiénes son, más allá de la presentación del principal como un atorrante, aprovechador y algo vago que se ve en la necesidad de rescatar a la suegra para reconquistar el amor de su novia de siempre.
Técnicamente es impecable y con buenas actuaciones de voces, pero a esta película le falta la médula espinal que todavía hoy sostiene la edición de la historieta en los puestos de diarios: humor y timing narrativo.