Contacto en (desde) Francia
Un buen thriller que narra hechos similares a los del clásico de William Friedkin, aunque desde una perspectiva muy diferente.
La “respuesta” francesa a Contacto en Francia no será tan rotunda y brillante como el clásico dirigido en 1971 por William Friedkin, pero se trata de un muy digno y por momentos atrapante exponente del subgénero de jueces y policías contra mafiosos basado (o inspirado) en personajes y hechos reales.
El film -didáctico sin caer en lo obvio- reconstruye la historia de Pierre Michel (Jean “El artista” Dujardin), un juez de menores de Marsella que es designado al frente de la unidad que debe combatir a los poderosos narcotraficantes de heroína de la ciudad ligados a gangsters corsos, napolitanos y neoyorquinos.
La película -filmada a puro vértigo y energía con cámara en mano y mucho zoom- consigue trasmitir esa sensación de época tan propia de los años '70 y principios de los '80. El uso de imágenes de noticieros televisivos nos traza un paralelismo con el devenir político de Francia y el notable diseño de arte nos transporta a esos bares, clubes nocturnos, restaurantes, casas y oficinas donde se “cocinaba” (a veces literalmente) la droga.
El film tiene varios ejes y subtramas. Los dos principales -las obsesivas investigaciones de Michel sobre La French Connection y el enfrentamiento entre dos bandas rivales lideradas por Zampa (Gilles Lellouche) y El Loco (Benoît Magimel)- funcionan a pura tensión y con operativos bien filmados. El problema es que las cuestiones más íntimas (los conflictos familiares del protagonista, la historia de una adicta) quitan más de lo que aportan a una historia que se alarga más allá de las dos horas. Tampoco son particularmente logrados los habituales “editados” que intentan sintetizar y acelerar un poco la narración.
Como en el cine de mafiosos de Martin Scorsese hay aquí trampas, soplones, inflitrados, alianzas y complejas estructuras de poder. En ese sentido, el correcto guión de Jimenez y Audrey Diwan, las sólidas actuaciones dentro de un elenco multitudinario plagado de buenos secundarios y el profesionalismo del director (son atractivos varios pasajes construidos con montaje paralelo) hacen que el film se disfrute, así como una notable banda de sonido que incluye temas de Blondie, Townes Van Zandt, Serge Gainsbourg y Velvet Underground. Nada menos.