Para los seguidores de Woody Allen cada estreno es esperado con ansias. Siempre se disfrutan por esa estética tan especial que poseen sus films, en los que conviven la calidad de la narración visual con los siempres valorizados gags verbales que le son característicos y pinceladas de buena música. Siempre esperamos mucho de sus producciones y hasta nos gustaría que nos sorprenda con algunas genialidades del estilo de otros film que nos atraparon en el pasado (Manhattan -1979, The Purple Rose of Cairo/La rosa púrpura del Cairo-1985... ). Pero esta espectativa, por momentos exagerada, no siempre es la causa de la decepción. Conocerás al hombre de tus sueños se parece a esos viajes que emprendemos con alegría disfrutando del camino, el clima y los paisajes pero que al llegar a destino no nos convence del todo. Como en otros films las historias de parejas con sus conflictos y contradicciones se superponen y entrecruzan con uniones y distanciamientos. La voz en off de un narrador externo va guiando al espectador en el descubrimiento de cada historia y de cada personaje. Cuando los núcleos narrativos comienzan a resultarnos atrapantes llega el final en un mar de inconclusiones. No porque se decida dejar las situaciones planteadas y que el espectador las complete imaginando finales posibles (estilo aceptable y en voga desde hace mucho) sino por verdaderas debilidades del guión, cosa que en Woody resulta especialmente preocupante.
La presencia de marcas registradas como Anthony Hopkins o Antonio Banderas en este caso no agregan ningún plus en las actuaciones, que salvo en contados momentos destacados (alguno de Gemma Jones) no van más allá de un desempeño aceptable. Por nuestra parte, nos quedamos con las hermosas locaciones londinenses y como siempre las buenas elecciones musicales (principalmente la escena en la ópera con las voces de Luciano Pavarotti y Nicolai Ghiaurov interpretando "Tu che a Dio spiegasti l' ali" del acto III de Lucia di Lammermoor de Donizetti) en una película que simplemente entretiene. Tal vez sea hora de que Woody regrese a Manhattan a recargar energías creadoras.