La película de Daniel Rosenfeld permite que los fantasmas literarios del cuento de Silvina Ocampo cobren vida en imágenes cinematográficas de gran valor estético y artístico. por Carlos Folias “Nosotros los seres humanos somos irreales como las imágenes” Llevar al cine o al teatro o a cualquier otra manifestación artística un texto pensado para ser leído puede llegar a ser un gran desatino o una aventura conmovedora. Con cuentos tan maravillosos como los de Silvina Ocampo, bien vale la pena intentar el desafío. El resultado de Cornelia en el espejo, la película, es conmovedor. Por momentos, las imágenes y los sonidos le confieren a las palabras nuevos matices y en otros, parecen advertir colores y tonos que dormían en su esencia a la espera de nuevas relecturas. Daniel Rosenfeld y Eugenia Capizzano han escrito el guión tomando como base el cuento homónimo de Silvina Ocampo. La decisión de mantener intactos los diálogos originales le otorga al film una personalidad particular en la que el sensible y maravilloso universo de ese cuento breve se potencia con múltiples estímulos visuales y sonoros. La dirección de Rosenfeld y la exquisita actuación de Capizzano (Cornelia) junto a los sólidos trabajos actorales de Leonardo Sbaraglia, Rafael Spregelburd, Eugenia Alonso y Estefanía Conejo construyen un relato cinematográfico de gran valor estético y artístico. Cornelia ha decidido suicidarse. Regresa a la antigua casona de su infancia poblada de fantasmas del pasado. Una búsqueda de si misma en objetos, personas, olores, texturas. Presencias o ensoñaciones que le devolverán imágenes de su propia existencia, un reencuentro con todo aquello que la conforma y a la vez no le pertenece. Una forma de encuentro y también de despedida. “De todo el mundo me despido por carta, salvo de vos. La casa está sola. A las ocho Claudio cerró con llave la puerta de la calle. ¡Cornelia!. Mi nombre me hace reír. Qué quieres, en los momentos más trágicos me río o enciendo un cigarrillo y me echo al suelo y te miro como si nada malo tuviera que suceder. Ciertas posturas nos hacen creer en la felicidad. A veces estar acostada me hizo creer en el amor” La calidad de la música original compuesta por Jorge Arriagada acompaña el relato y se suma a la acertada elección de la exquisita melodía para cuerdas “El Cisne”, de Camille Saint-Saëns (considerado el Mozart francés por su precocidad para la música), que aporta el sonido del violonchelo desde los primeros minutos de la película. La dirección fotográfica de Matías Mesa permite planos y contraluces de gran riqueza visual y narrativa. La cámara por momentos parece enamorarse de la tierna y sensible expresividad de la protagonista contribuyendo junto a un gran trabajo de arte, sonido, montaje y vestuario, a redimensionar en lenguaje cinematográfico un texto de por sí contundente. “Qué fresca, qué incontaminada,qué parecida a nadie eres. Pego mis labios a tus labios como si nadie pudiera separarnos jamás. Todas las fotografías son espejos de lo que fuimos, pero no de lo que somos ni de lo que seremos. Deja que me mire. Soy lo único que no conozco” Cornelia irá al encuentro de su propio final. Un mundo especular en el que la realidad y la imaginación parecen habitar en ambos lados del espejo. Objeto que junto a ella encontrará su fin por ser su condición necesaria de existencia y al igual que la imagen que se queda atrapada en cada fragmento de cristal, algunas secuencias de la película se quedarán en el espectador en ese lugar de la memoria reservado para los buenos recuerdos.
Parapolicial negro. Apuntes para una prehistoria de la AAA Un documental de Valentín Javier Diment con secuencias de ficción. Una de las tantas formas de contar una historia que aún conlleva un debate pendiente. por Carlos Folias Durante estos días se viene exhibiendo en el Cine Gaumont Espacio INCAA km 0 (Rivadavia 1635 Ciudad de Buenos Aires) el documental de Valentín Javier Diment "Parapolicial negro. Apuntes para un prehistoria de la triple A". Diment, que viene de presentar en el BAFICI 2012 "La memoria del muerto", se ocupa en este caso de la tristemente célebre organización de ultraderecha (Alianza Anticomunista Argentina) que se dedicó al hostigamiento, amenaza y asesinato de toda persona a la que considerara enemiga por sus "ideas de izquierda" mediante secuestros, atentados, violaciones y demás atrocidades durante los años previos al desgraciado golpe militar de marzo de 1976 en Argentina. La organización que actuaba con total impunidad, por provenir del propio aparato estatal, contaba entre sus organizadores al nefasto José López Rega (Secretario de Juan D. Perón y Ministro de bienestar (?) social en el gobierno interino de Lastiri en 1973 y luego durante el de Perón y el de Isabel Martínez) y al comisario de la Policía Federal Alberto Villar. El documental, centrado principalmente en Rodolfo E. Almirón (ex subcomisario capturado en España y extraditado a la Argentina, encarcelado en el penal de Marcos Paz y fallecido en 2009) y Juan R. Morales (ex comisario fallecido en 2007 mientras cumplía arresto domiciliario) es fruto de un gran trabajo de investigación que aporta un material muy valioso para analizar lo acontecido en esos años violentos. Se han obtenido gran cantidad de testimonios (de periodistas, políticos, artistas...) y en especial el de la viuda de Almirón que resulta sumamente esclarecedor. Algunos se han seleccionado para integrar el film y otros que no quedaron en la edición final se darán a conocer luego, según lo expresado por el director, dada la importancia de los mismos como material para profundizar el estudio e investigación del tema. El director, además de los recursos propios del documental, incluye secuencias de ficción a cargo de un variado elenco de actores, en el que se destaca la actuación de Luis Ziembrowski, Sergio Boris, Pablo Krinski y el propio Diment. Así, la violencia expresada con total crudeza muestra su extensión en el presente, refieriendo a un pasado reciente que aún se sigue revisando y que así seguirá durante mucho tiempo dada la gran cantidad de interrogantes que aún subsisten. Un debate de la sociedad (y aún de la justicia por ser crímenes de lesa humanidad) sobre responsabilidades, complicidades y demás yerbas aún no resueltas y al que sin duda este film le hace un gran aporte.
Una melodía de imágenes en donde las creativas decisiones de arte, fotografía, sonido y montaje, producen una homogénea y armónica composición de gran calidad. El próximo 3 de mayo tendrá su debut comercial el primer largometraje de ficción de Hernán Belón* que viene de ser exhibido y premiado en numerosos festivales**. Dolores Fonzi y Leonardo Sbaraglia, que por primera vez trabajan juntos en cine y a quienes podremos ver también como matrimonio en la serie En Terapia, próxima estrenarse en Canal 7, conforman una pareja sólida en lo actoral y totalmente consustanciada en la ficción, acompañados por Matilda Manzano como la hija, una hermosa niña de tan solo 18 meses al momento del rodaje. Actúan además, Pochi Ducasse (Nueve reinas, Un cuento chino, Mi primera Boda) y Juan Villegas (El perro, El camino de San Diego). La historia remite a la pareja de Santiago y Elisa quienes deciden alejarse de la ciudad e ir a vivir juntos con su pequeña hija Mati a una propiedad en el campo que acaban de adquirir. Los cambios no siempre traen las consecuencias esperadas y deberán adaptarse a situaciones en donde la naturaleza los enfrentará con sus propios conflictos, miedos e inseguridades. Una casa que habrá que acondicionar y el nuevo entorno que lejos de las comodidades y distracciones de la ciudad los colocará uno frente a otro, con sus necesidades y sus temas a resolver. Una hija que demanda y un amor que tal vez no sea suficiente para enfrentar una nueva vida aparentemente más tranquila pero que puede presentarse amable u hostil, acogedora o amenazante, de acuerdo a como se la mire y a como se desarrollen los acontecimientos. Al mejor estilo chejoviano, la narración y las características de los personajes se va construyendo de a poco. El director, quien además es responsable junto a Valeria Radivo de un sólido guión, logra como si fuera una pieza musical, una melodía de imágenes en donde las creativas decisiones de arte, fotografía, sonido y montaje, producen una homogénea y armónica composición de gran calidad. La textura narrativa crece momento a momento con logrados e intensos climas, imágenes de gran expresividad y clásicos y reconocibles toques de suspenso. El campo fílmico se extiende más allá de lo que muestran las imágenes proyectándose hacia un afuera que el espectador imagina, en donde la naturaleza parece imponer su propio ritmo y en el que las sombras, los ruidos de la casa, el viento y las presencias reales o imaginadas que lo desconocido produce en cada uno agregarán su cuota de inquietante tensión. “A veces hay que salir para volver a encontrarse” aunque no sepamos muy bien con que nos enfrentamos ni donde está el verdadero enemigo.
El primer largometraje de Rodolfo Carnevale se arriesga doblemente, trata un tema arduo como el autismo y además habla del ser de su hacedor, inmerso en esa experiencia. por Carlos Folias En el mes de diciembre del año pasado dimos cuenta de la participación de la ópera prima de Carnevale en el Festival Internacional de cine de Nueva York "The New York Independent Film and Video Festival" y de los premios logrados en varias de las categorías: El Pozo multipremiada, asi como también su exhibición en la 8va. edición de Pantalla Pinamar en el mes de marzo. Ahora llega el momento, 19 de abril, de su estreno comercial. Si hablar de una diferencia, no la llamaré discapacidad por lo discriminador del término, es muy complejo, hablar de la diferencia y sus síntomas en el seno de la propia familia es una tarea de mucha valentía. El film de Rodolfo Carnevale realiza un detallado compendio de los avatares que sufre una familia que contiene en su núcleo a un niño autista y a la vez es un auto relato del yo, que en un tiempo imposible de medir en horas o años, modifica la vida cotidiana de todos los que atraviesan los sinsabores que la imposibilidad de comunicación con el ser querido produce, con la consiguiente angustia y necesidad de ayuda, porque siempre esperamos esa palabra que nos aliente a creer, a no bajar los brazos y a pensar que algo podemos hacer. Desde el punto de vista del desarrollo del tema, la película transita todos los momentos esperables y previsibles para estos casos pero no por ello menos dolorosos y necesarios de ser contados. Las escenas, por momentos marcadamente didácticas, cumplen su función de difusión de esta patología de la personalidad, sus posibles tratamientos y a la vez muestra las instancias por las que atraviesa la familia, como se afectan las relaciones entre sus integrantes, la repercusión en el afuera y los sentimientos y las distintas posturas que frente a la situación adopta cada uno en particular. Es evidente que como lo inefable es renuente a ser narrado de modo mimético o autobiográfico sin desvíos, el director decide colocar en el rol a una mujer (su hermano es quien padece autismo en la vida real). Pero cuando decimos que la película es un detallado compendio no nos referimos a que el cine de Carnevale sea un manual de cómo representar este drama basado en hechos reales sino que exhibe los pasos que invariablemente arman en su derrotero todos aquellos que lidian día tras día con un hijo diferente y con otro que llega al mundo y no comprende al principio esa imposibilidad de entrar al espacio fraternal y como ese universo puede ser angustiante hasta la asfixia. Y así como en Un milagro para Lorenzo (Lorenzo's Oil - G. Miller:1992 con S. Sarandon y N. Nolte) la tragedia del que jamás sería como el resto corroe por momentos la armonía familiar, el film de Carnevale transita esas fases y las que devienen en la dolorosa y recapacitada decisión de internar o externar a una Pilar, que no puede salir de su ensimismamiento y de enfrentar la imposibilidad de saber lo que hay dentro de ese círculo cerrado que es su pequeño cosmos. Desde el punto de vista cinematográfico, el director parece desplegar todos los elementos que tiene a su alcance, en especial una intensa edición, para poder incluir en los 120’ que dura el film todas las secuencias que considera imprescindibles. Algunos elementos, como la excesiva presencia de la música manipulando emociones, podrían haberse dosificado para darle más protagonismo a gran parte de las imágenes que por sí solas resultan contundentes. Si bien las actuaciones son desparejas y eso se evidencia en algunas secuencias, hay escenas muy bien logradas, principalmente en los roles de Patricia Palmer y Eduardo Blanco, que trasmiten orgánicamente las distintas instancias emocionales sin estridencias ni golpes bajos y en los intensos y por momentos conmovedores trabajos de Ana Fontán y Ezequiel Rodríguez. Es difícil establecer si el valor artístico se subsume bajo el valor pedagógico de una historia que nos debe interpelar no sólo desde la empatía que sentimos hacia los personajes y su lucha, sino hacia la concientización de una enfermedad que puede aparecer en cualquier sujeto y que considerando que no todas las familias acceden por recursos u otras cuestiones a la información temprana, al diagnóstico certero (muchas veces los padres emprenden derroteros interminables hasta que la palabra autismo se impone) es necesario conocer, indagar y por sobre todo mirar con atención. En el balance, ese binarismo arte/didáctica, se resuelve con acierto por la sensibilidad que necesariamente despiertan los actores de este drama que no debe sernos ajeno.
Nuevamente el cine se ocupa del primer capítulo de la trilogía Millennium escrita por Stieg Larsson. Ahora es el turno de la versión hollywoodense del best seller a cargo del director David Fincher. El escritor sueco Stieg Larsson (1954-2004) adquirió gran notoriedad luego de su muerte con la publicación de Millennium, una novela que consta de tres partes:The girl with the dragon tatoo, The girl who kicked the Hornets´nest yThe girl who played with fired. Esta trilogía ha sido traducida en decenas de idiomas, lleva vendidos varios millones de ejemplares en todo el mundo y en el 2010 ya había superado el millón en su edición digital según informara la compañía de comercio electrónico Amazon. El primer capítulo de la trilogía Millennium fue llevado al cine, en coproducción de Suecia y Dinamarca, por el director Niels Arden Oplev en el 2009 quien también realizó una miniserie de seis capítulos para televisión en el 2010. Pudimos verla por estos lares en febrero del 2010 con el título Los hombres que no amaban a las mujeres con buena recepción por parte del público. La versión que acaba de estrenarse (19 de enero) en Argentina con el título La chica del dragón tatuado es la realizada por el director norteamericano David Fincher (The Game, Fight Club, Benjamin Button, The social network...) en el 2011. Alguien se preguntará si era necesaria esta versión hollywodense atento la buena realización sueca, pero bueno, los chicos del Norte que tienen la industria bien aceitada y los dólares dispuestos han creido que sí. Con un libro original tan vendedor no era cuestión de perderse la oportunidad y en un futuro cercano, si las críticas y el publico garantizan los dividendos, llegarán los otros capítulos de la trilogía. Ambas son buenas versiones fílmicas y al igual que la sueca, la de David Fincher no defraudará a los lectores de Stieg Larsson salvo a algún despistado, que nunca falta, que aún no se haya enterado que la literatura es algo distinto del cine y espere las mismas vivencias que al leer el libro. Una mención especial merece el comienzo de la película. Luego de una pequeña escena introductoria de cerca de un minuto, tiene lugar la presentaciión de los créditos con una edición digital muy cuidada y el excelente tema musical de Led Zeppelin, "Inmigrant song" (1970), versionado por la cantante Karen O junto a Trent Reznor (que ya participara de la música en "The social network") y que a criterio de algunos conocedores de la trilogía, incluiye numerosas imágenes simbólicas que refieren a situaciones o personajes de los capítulos escritos. Lo cierto es que en la pantalla y con el audio del cine, la música y las imágenes adquieren toda su potencia constituyendo un auspicioso comienzo del film.
A partir del jueves 5 de enero puede verse en las salas de los cines el largometraje que lo tiene por primera vez como director a Daniel Hendler. El actor uruguayo que ha desarrollado una exitosa carrera cinematográfica en Argentina (El abrazo partido, Fase 7, Los Marciano, Mi primera boda y otras) y en teatro y televisión, también ha escrito el guión de Norberto apenas tarde. Rodada en su ciudad natal, Montevideo, con técnicos y actores argentinos y uruguayos, el film ha sido seleccionado para participar en numerosos festivales y fue exhibido en el último festival internacional de cine independiente de Buenos Aires realizado en abril del año pasado. La historia hace eje en Norberto, una persona que a sus 36 años lleva una vida que lejos de estar definida o encausada se maneja entre la inmadurez y la duda. Se sabe tímido y eso se le nota a pesar suyo, desde la forma de vestir hasta en el modo de encarar las relaciones y resolver los problemas. Con sus tiempos y a su manera intenta llevar su vida pero las cosas no le salen del todo bien. Acaba de perder su trabajo y aunque le dice a su novia que ha decidido irse de la empresa en busca de un cambio todo parece indicar que lo han despedido. Las cosas le resultan difíciles de manejar, desde no perder las llaves de su casa hasta lograr que la alarma de su auto le haga caso. Cercano ya a los 40 años los cambios para mejorar su situación no parecen ser simples. No faltará quien le recomiende hacer un curso de “reafirmación personal”. Algo parece que debería hacer para dejar de perder y comenzar a crecer, pero enfrentar la realidad, poder hablar de los problemas y dejar de justificarse no parece tarea sencilla. Descubrirá su interés por el teatro y se anotará en un curso. Experiencia que tal vez constituya una forma de expresión o búsqueda interior o termine transformándose en otra manera de llenar el tiempo y seguir postergando. Con compañeros más jóvenes que él podrá encauzar su vocación representando a Chejov o comprobar, una vez más, que sigue llegando tarde aunque sea un poco. Fernando Amarral se destaca en el rol de Norberto aportando elementos interesantes en la composición del personaje que en pequeñas dosis se va construyendo a lo largo del film. Con espacios para el humor a partir de su propia torpeza o inocencia, constituirá para algunos un ser tierno y para otros simplemente un perdedor. Los demás personajes se sustentan en buenos trabajos actorales en general, destacándose en particular Silvina Sabater, César Troncoso y Eugenia Guerty. Daniel Hendler, en su primer trabajo como director, hace lo que se espera de su rol. Dirigir, guiar, orientar acertadamente el trabajo para obtener los mejores resultados en técnicos y actores. Todos los elementos, desde la música y la fotografía hasta el arte y el vestuario, parecen responder a una coherente textura. Cualquiera que conozca a Hendler o lo haya visto actuar reconoce en él un estilo que le es propio vinculado con su personalidad y forma de ver la vida. Esa mirada particular es la que podemos reconocer en esta película aunque se trate de su ópera prima. Su gran mérito de dirección es mostrarse como es. Por eso se advierte una coherencia entre lo que muestra como actor o en un reportaje y lo que trasmite al espectador a partir de las imágenes. No necesita un guión pretendidamente original como tampoco copiar el estilo de nadie. Tiene la tecnología a su alcance pero lo suyo no son los efectos especiales ni la artificialidad. Bastan acertadas decisiones técnicas y la cámara en el lugar adecuado para mostrar lo que él intuye que la imagen transmitirá al espectador. Las situaciones que plantea el guión son reconocidas en lo cotidiano y las características de los personajes pueden verse en ambos lados del Río de la plata. El punto desde el cual observa su cámara es lo original. Esa es la forma de llegar al espectador sin excesos ni estereotipos. Con la melancolía y la naturalidad de lo cotidiano permite que se filtren esos estados de ánimo que parecen imperceptibles. En una ciudad en la que no siempre es fácil abrirse paso, más de uno encontrará puntos en común con los personajes. Norberto apenas tarde, escasamente tarde, casi a tiempo, pero tarde. Daniel en el momento justo comenzando a desarrollar su camino como director que seguramente será muy gratificante para él y para los espectadores.
La gran mayoria de los que fuimos chicos en la década del 60 o en los años posteriores recordamos con afecto la famosa serie animada de Hanna y Barbera “Don Gato y su pandilla” que veíamos en Argentina en nuestra “tele”en blanco y negro. Los creadores de “Tom y Jerry”, William Hanna que escribía las historias y Joseph Barbera que hacía los dibujos, desde finales del 50 en adelante crearon infinidad de “dibujos animados” como “Los supersónicos”, “Los picapiedras”, “El osos Yogui”, “El lagarto Juancho”, “La tortuga Dartañan” y tantos otros que junto a Don Gato acompañaron a los chicos al volver del colegio o mientras tomaban la leche, en épocas donde aún la tecnología no había inventado los celulares, las consolas ni las computadoras. Los 30 episodios que se realizaron de Don Gato en 1961 en los Estados Unidos fueron un éxito en América latina y en especial en México y Argentina. Los más jóvenes lo han visto por primera vez a través del canal Cartoon Network en la década de los 90. Hoy en coproducción argentina-mexicana vuelve para el cine la pandilla de los callejones urbanos a hacer de las suyas. La estructura general y los gags son similares a la original, lógicamente adaptados a los cambios tecnológicos y estéticos producidos a 50 años de la creación original. Don Gato puede darse el lujo de vivir en la calle entre tachos de basura y junto a sus amigos procurarse todo lo necesario, incluso chicas (gatitas) y divertirse a lo loco (la ficción, lejos de la UCEP y otras no tan divertidas realidades, permite esas cosas). Don Gato siempre provocará sonrisas al igual que sus singulares amigos (Demóstenes, Cucho, Panza, Espanta, Benito Bodoque) y tendrá que vérselas con la policía (vuelve el inocente Matute) y los malos de turno. Notables dibujos con mucha acción y color acompañados con el toque musical jazzístico característico de la serie original. El doblaje de las voces contó con el trabajo del reconocido artísta mexicano Jorge “Tata” Arvizú que ya lo hiciera en el 61 dándole voz a Benito y Cucho, y el de Raúl Ayana en el caso de Don Gato (en la serie a cargo de Julio Lucena fallecido en el 85). La película se extrenó en México en el mes de setiembre con gran afluencia de público y en nuestro país el jueves 13 de octubre. Sin duda que presenta diferencias con la serie de los 60, realizada para 30 minutos de televisión, tanto en la historia y en el ritmo como en la contundencia de algunos remates de humor. No obstante, es una gran oportunidad para los grandes de reencontrarse con uno de los recordados “dibujos” de la infancia y compartir la diversión con los más chicos y todos saldrán del cine más que felices. Una producción de calidad y un género en el que, al revés que en otras películas, los pochoclos y las gaseosas son bienvenidos. En Argentina contamos con gran cantidad de profesionales con talento que trabajan en animación y que periódicamente presentan sus creaciones de calidad pero no en la cantidad deseada. Es esperable que en los próximos años, ley de medios mediante y muchos más “Pakapakas” en el aire, se potencie la actividad y se abran mayores espacios de producción y exhibición de un género y de un público que se lo merece.
Una comedia romántica, urbana y disfrutable. El amor nunca ha sido un tema sencillo. Lograr un acercamiento con un otro por sobre los obstáculos individuales y sociales y los conflictos propios y ajenos siempre resultó complicado. Por lo menos así parece cuando alguien está solo e intuye que la persona que imagina para estar a su lado puede estar ahí nomás, mezclada entre casi 3.000.000 de personas que conviven en Buenos Aires como en un hormiguero. Tal vez en el propio barrio, en la misma manzana y hasta compartiendo la misma medianera que los une y a la vez los separa. Medianeras, la película de Gustavo Taretto, desde el comienzo nos va mostrando junto a las voces en off de los personajes como es la ciudad que habitan. Imágenes y relatos, que como en un documental, dan cuenta del crecimiento de la ciudad con sus innumerables edificios que se levantan uno al lado del otro, caóticamente, sin lógica ni planificación, con departamentos cada vez más chicos como cajas de zapatos y en donde cada uno busca acomodarse como puede. Este es el escenario en donde Mariana y Martín son vecinos sin saberlo y sin conocerse. En un tiempo donde la tecnología ofrece una ficción de encuentro en donde la aparente comunicación suele ser la máscara de seres en realidad muy solos. Se pueden tener cientos de amigos virtuales en facebook y no conocer a los vecinos. “¿Hay algo más descorazonador en el siglo XXI que no tener mails en la bandeja de entrada?“ Mariana y Martín van relatando a lo largo del film quienes son, que hacen, como viven, que sienten, evidenciando similares neurosis urbanas y también parecidos sueños y necesidades. Pilar López de Ayala y Javier Drolas, en sólidas actuaciones, le dan vida a esos personajes con total naturalidad y simpleza acercando al espectador a situaciones y emociones en las que, más de una vez, se sentirá identificado. Ambos son el núcleo de la historia en la que participan además, en pequeños segmentos, Inés Efron, Rafael Ferro y Carla Peterson, entre otros. La ópera prima de Gustavo Taretto viene de proyectarse en el Festival de Berlín y en el Bafici con gran recibimiento del público y la crítica. Una comedia romántica en donde la ciudad ocupa un rol determinante, aportando otro punto de vista desde el cual observarnos y reconocernos. Entre tanta confusión y relaciones fallidas, la persona que buscamos puede estar más cerca de lo que creemos y el amor encontrarse en el momento menos pensado. Como en el juego de “Encontrar a Wally” nos desesperamos en su búsqueda y en todos lados nos parece verlo. Las apariencias nos confunden pero sabemos que en algún lugar está y esperamos el momento mágico de reconocerlo entre la multitud.
¿Qué clase de payaso sos? El film de Alex de la Iglesia, con un recorte muy especial, retrata las barbaridades del franquismo sin concesiones y con payasos que no causan ninguna gracia. La película de Alex de la Iglesia empieza bien arriba y mantiene un intenso clima hasta el final utilizando todas las herramientas para provocar y sorprender al expectador. Madrid 1937. Un niño junto a otros aplaude la rutina de dos payasos, uno de ellos es su padre, el “payaso tonto” en una notable actuación de Santiago Segura (Torrente - El día de la Bestia...) Las risas de los niños se entrecortan y contrastan con el ruido de las bombas que viene del exterior. Tras el estallido de la guerra civil española las tropas rebeldes de Franco entran en Madrid y el ejército popular republicano reclutará a cualquiera que pueda sostener un arma para enfrentarlo incluso a los payasos. Las risas deberán esperar y el horror se abre paso. Desde la pantalla, los tambores y el flamenco marcarán el ritmo de una etapa nefasta para España y para el mundo en una sucesión de imágenes que a modo de cambalache discepoliano juntará la belleza con el horror, la piedad con la muerte y como en una galería de mounstruos desfilarán los de ficción (el hombre lobo, Frankenstein) junto a otros tristemente reales Hitler, Mussolini, Franco... El niño se quedará solo ante un mundo que no entiende. Sin haber conocido a su madre y con su padre preso crecerá en un mundo hostil y será un payaso como lo fue su padre y su abuelo. - ¿Qué quieres ser de mayor? ¿quieres ser payaso? - Pues claro, como tú, como el abuelo, como todos. - ¿payaso tonto? - Sí, el que hace reir a los niños - No, es mejor que seas payaso triste - ¿porqué? - Porque has sufrido demasiado. Hijo, tu nunca vas a tener gracia. Nunca has sido niño. Desde pequeño te has enfrentado con la muerte. Tendrás que ser un payaso triste, el que lleva la caja grande y el saxofón pequeño, el que acompaña al gracioso, el que le ríe los chistes... Los primeros quince minutos del film han servido de introducción en el contexto histórico que dará fundamentación a la historia y que marcará su desarrollo. Madrid 1973. El cine tiene la ventaja de poder viajar en el tiempo con una simple técnica de montaje. Y así, el niño (Javier) ha crecido con sus conflictos y mandatos paternos incorporados y con la guerra civil española, la segunda guerra mundial y otros horrores de adultos incorporados en su cuerpo y mente. Como “payaso triste” (excelente trabajo de Carlos Areces) ingresará a un circo que como metonimia de la sociedad reproducirá sus miserias y facetas mas terribles. Ahí conocerá a Sergio, el “payaso tonto” que hace reír a los niños, un violento y siniestro personaje en la piel de Antonio de la Torre y a Natalia, una espléndida trapecista a cargo de Carolina Bang. Alex de la Iglesia utiliza todos los elementos a su disposición para poner en pantalla imágenes contundentes. Desde el guión en adelante todo está destinado a conmover al espectador. La fotografía (Kiko de la Rica) y la música orquestada y dirigida por Roque Baños colabora en la construcción de los climas con gran eficacia. No faltarán canciones emblemáticas para la época como las escritas por Palito Ortega, Rafaela Carrá e interpretadas por Marisol y otros. Mención especial para Raphael interpretando “Balada de la trompeta”. Un acertado trabajo en la dirección de actores logra destacadas actuaciones en general y especialmente en sus protagonistas con algunas escenas memorables. Balada triste de trompeta es un film tremendo como la época en la que se halla encallado.
Cuando te ríes el mundo es más feliz Parafraseando al tema musical, “When You're Smiling” (“Cuando Ríes” - Larry Shay, Mark Fisher y Joe Goodwin), podemos afirmar que “cuando te ríes el mundo es más feliz” y en este sentido la película de Ariel Winograd es coherente porque logra por un rato espectadores más felices tal como expresa el leiv motiv de la película. “Mi primera boda es la historia del casamiento de Leonora (Natalia Oreiro) y Adrián (Daniel Hendler). Una fiesta clásica, con vestido impecable, torta de cuatro pisos y en un lugar soñado. Hasta que Adrián comete un pequeño error que decide ocultar a su novia para evitar problemas. Pero lejos de evitarlos, complica más las cosas poniendo en riesgo la fiesta y el futuro matrimonio de la pareja. Como en toda boda se suman accidentes, familia, caos, amigos, equivocaciones y la presencia obligada de quienes no deberían haber estado allí nunca – incluyendo a un antiguo amor de Leonora, Miguel Ángel (Imanol Arias).” Sobre la idea del propio Winograd, Patricio Vega (Los simuladores, Hermanos y detectives) escribió un guión que constituye una buena base para un excelente trabajo técnico, con relatos que estructuran la obra en las voces de sus protagonistas que por momentos hacen las veces de narradores de la historia y con interesantes y divertidos diálogos. Al conflicto central de la pareja próxima a casarse (Leonora y Adrián), en convincentes trabajos actorales de Natalia Oreiro y Daniel Hendler, se le suman varias situaciones satélites de humor. - Las que involucran al primo del novio, Fede (Martín Piroyansky) intentando ayudarlo al igual que los amigos (Clemente Cancela, Sebastián De Caro y Alan Sabbagh). - La dupla del cura Patricio (Marcos Mundstock) y el rabino Mendl (Daniel Rabinovich) quienes intentarán llegar a tiempo para oficiar la ceremonia “mixta” de casamiento. Este fantástico dúo, cuyas cualidades humorísticas conocemos ampliamente de Les Luthiers, tiene a su cargo situaciones y diálogos muy cómicos estableciendo un abierto contrapunto católico-judío. - El reencuentro en la fiesta de Leonora con su ex novio Miguel Ángel Bernardo (Imanol Arias) en donde no faltará un toque de inquietante seducción. Un interesante casting en el que confluyen muchas figuras conocidas que más que desarrollar sus personajes están para aportar ciertos toques de color en diversos momentos de la fiesta. Tal es el caso de Gabriela Acher y Gino Renni (los padres del novio), Clemente Cancela, Sebastián De Caro y Alan Sabbagh (los amigos del novio), María Alché (novia del personaje de Imanol Arias), Pepe Soriano y Chela Cardalda (los abuelos del novio), Guillermina García Satur y Sofía Wilhelmi (amigos de la novia), Pochi Ducasse (tía abuela) y Luz Palazón que juega muy bien el rol de organizadora de la fiesta. La presencia de Muriel Santa Ana, como amiga de la novia, es siempre bienvenida por la calidez que aporta a sus personajes (notable en Un Cuento Chino) pero más allá de alguna escena interesante con Oreiro, el guión no le asigna a su personaje elementos que le permitan un lucimiento mayor. Una mención especial para Solita Silveyra que aporta el encanto de su personalidad al rol de la madre de la novia, logrando con total naturalidad la fácil identificación con más de una madre o suegra propia o conocida. Desde lo cinematográfico, no estamos frente a una película en la que se tomen demasiados riesgos. Ya desde el guión el desarrollo irá por carriles conocidos y esperables. El mérito del director pasa por contar con nobles elementos humanos y técnicos y combinarlos con talento. Buena locación, dirección de arte y vestuario. Excelente fotografía y música original, arreglos musicales, standards de jazz e interpretaciones que aportan en la construcción de los climas y al desarrollo de la narración en armonía con las imágenes. Nos cuentan que el director dijo: “Queríamos una fotografía luminosa, queríamos poder ver la hora en el cine en todo momento. Las películas en las que la luz durante la proyección no alcanza para leer correctamente las agujas del reloj, no forman parte del género que queremos hacer.Todo el tiempo buscamos una comedia blanca y radiante, haciendo honor a la brillante novia que tenemos, y a todos los que la acompañan. Sabemos que el público lo va a agradecer”. Y es verdad, logró una comedia que el público con sonrisas agradece.