El lado oscuro del amor y la vejez
Woody Allen vuelve a regodearse en sus obsesiones de los últimos años: el paso del tiempo, las prostitutas y la soledad, para entregar una película coral con textos risueños que no escapan ni a la profundidad ni a la nostalgia.
Uf. Cuántos años pasaron de Manhattan, Annie Hall, Hannah y sus hermanas , Zelig y Crímenes y pecados, tal vez el quinteto de films imprescindibles del prolífico Woody. Más de 40 películas, más de 65 años, una vida agitada, una vida para el cine. Lejos quedaron esas obras maestras y otros buenos trabajos; más aún, el nuevo siglo no trajo demasiadas novedades: la agradable travesía turística de Vicky Cristina Barcelona, la gravedad y solemnidad de El sueño de Cassandra y Match Point; el cine en primera persona de La mirada de los otros, la estupidez de Scoop. En efecto, las películas de Woody Allen parecían haber perdido aquellos diálogos filosos, la visión agria y desesperanzada sobre el paso del tiempo, las situaciones socarronas y el ritmo que nunca decaía, más allá del interés que transmitían las historias. Sin embargo, y recurriendo al manual que mejor maneja, Conocerás al hombre de tus sueños encuentra al cineasta en buena forma. Las historias y los personajes son los habituales: cultos, inteligentes, de buen pasar económico, interrogadores y solitarios (estén o no acompañados o en pareja). La voz en off funciona a la perfección para mostrar a dos matrimonios como protagonistas centrales y las obsesiones clásicas del director en los últimos años (el paso del tiempo, las prostitutas, la soledad, la vejez), presentadas con una bienvenida ligereza que jamás omite la profundidad y la intensidad de las situaciones. El viejo Allen resignifica algunos tópicos de su cine: ahora la muerte no está tan lejos, el viagra es necesario e imprescindible, y especialmente, hay que aprovechar cada minuto de la vida, buscando consejos en una mujer que adivina el futuro, enamorándose de una prostituta o hasta robándole la publicación de una novela a un amigo que se encuentra en estado de coma. Un matrimonio que no vive su mejor momento (Naomi Watts y Josh Brolin) y la madre de ella (Gemma Jones) abandonada por su esposo (Anthony Hopkins), quien forma una nueva pareja con una seductora y graciosa prostituta (Lucy Punch, brillante), son los ejes desde los cuales Allen construye una película coral con textos devastadores y risueños, donde el transcurrir de la vida se manifiesta en un soplido efímero, fugaz, inasible. Y, en este punto, pese a sus errores, problemas y contradicciones, esos personajes están vivos y resultan más genuinos y empáticos que en otros films. Entre situaciones simpáticas, melancólicas y cínicas, oscila el mejor Woody Allen siglo XXI: el plano detalle de la cajita de viagra y el tiempo real que aguarda el personaje de Hopkins para que la pastilla cobre efecto sintetizan que el veterano creador puede reírse del paso de los años sin caer en el patetismo. Bienvenido, entonces.