Comedia amarga
Woody Allen cruza el humor con la desesperanza.
Desde cerca, la vida parece una tragedia; desde lejos, una comedia”. La frase, de Chaplin, se invierte en esta película de Woody Allen. Desde cerca, los personajes de Conocerás... parecen inmersos en una farsa leve; desde lejos, en un drama sin salida: la amarga existencia. Ni dioses, ni psicoanalistas, ni química, ni quimeras: apenas les quedan esperanzas estériles -un nuevo amor, la negación del paso del tiempo, la redención a través del arte- de llenar un vacío imposible. O, en un par de casos, el triste alivio que proviene de la negación de lo real, de un chapucero misticismo.
Es cierto que este Allen -el de los últimos 20 años- no es el mejor. Uno ve sus filmes como ve a un jugador que fue magistral y, todavía en actividad, muestra destellos de antiguas genialidades. Aun así, cansado o displicente, juega con mayor claridad y eficacia que la media y que muchas “revelaciones”. Tal vez ocurra algo similiar con la literatura de Philip Roth: a esta altura, nadie busca en el cine de Allen la innovación -que suele pasar tan rápido de moda-, sino la repetición de un goce clásico.
Conocerás... lo brinda. Transcurre en Londres, pero podría tratarse de Nueva York. Tiene jazz, dilemas sentimentales (no tanto morales), neurosis, personajes que parecen moldeados por El malestar en la cultura, de Freud: intuyen que la felicidad no está en los planes de la naturaleza y que el amor los hará más vulnerables. Además, les queda poco tiempo: de vida, de procreación, de creatividad. Entonces, son inevitablemente humanos, destructivos, egoístas: niegan, se niegan, engañan, se engañan, dañan, se dañan. Saben, en el fondo, que hasta su desesperación será barrida por el olvido.
En esta amable comedia sin esperanza, con un elenco de gran nivel, nadie sale indemne. Cercado por la vejez y el terror a la muerte, Alfie (Anthony Hopkins) abandona a su esposa de décadas, Helena (Gemma Jones), y se refugia -cree refugiarse- en una prostituta joven. Helena, deprimida, encuentra seguridad -delirante, evasiva- en una adivina (Pauline Collins). La hija de esta pareja madura recién separada, Sally (Naomi Watts), no vive mejor que sus padres: está casada con Toy (Josh Brolin), médico que no ejerce (en Conocerás..., la ciencia le deja paso a la charlatanería): un escritor mediocre y frustrado.
Talento que sólo existe en el deseo, hijos que no se tuvieron, pasiones erosionadas: la libido se aferra a nuevas ilusiones. Sally -gran actuación de Watts- se siente atraída por su jefe (Antonio Banderas); Toy, por una vecina a la que ve a través de una ventana (la bella Freida Pinto). En pocos trazos, delicados, a veces graciosos, nunca subrayados, Allen nos muestra su escepticismo respecto del amor. Un breve ejemplo: Toy llega, finalmente, a la habitación de la mujer de sus fantasías. ¿Y qué ve desde ahí? La ventana de enfrente, la que fue suya, en la que su mujer o ex mujer se cambia. El deseo siempre está en otra parte: en lo que no se tiene o en lo que se ha perdido.
Conviene ver Conocerás... como parte de un corpus fílmico/existencial de Allen. Desde aquel joven con problemas para conseguir chicas (Sueños de un seductor), pasando por otro más maduro, que mostraba al amor y a la vida como absurdos necesarios (en Annie Hall, Manhattan, Hannah y sus hermanas, Maridos y esposas), llegamos a éste que filma Conocerás al hombre de tus sueños (frase con la que se embauca a las que preguntan por su suerte sentimental) y matiza el humor con tragedia, con fragmentos de Macbeth.
Dijo Woody, ya de 75 años: “Al final, cien años después, estos personajes y todos los demás ya no estaremos. Y pasarán generaciones. Y, tras todas nuestras ambiciones, plagios, adulterios, lo que una vez fue tan trascendente ya no tendrá trascendencia alguna. Nada sobrevive. Todo es estruendo y furia y, al final, no significa nada”. Su filme refleja, con ráfagas de talento añejo, este pesimismo, esta resignación, este cansancio.