La abducción del absurdo
En la línea de El Proyecto Blair Witch (The Blair Witch Project, 1999), Actividad Paranormal (Paranormal Activity, 2009) y Sector 9 (District 9, 2009), el novato director Olatunde Osunsanmi, emprende un film de terror psicológico que aborda la temática de las abducciones extraterrestres en Contactos del cuarto tipo (The Fourth Kind, 2009). Lo cierto es que lo hipotéticamente polémico no estará a la altura del resultado final.
Se dice que en 1972 se estableció un protocolo en fases para los encuentros alienígenas. Contactos del cuarto tipo nos adentra en estos acontecimientos de abducción que provocan terror y angustia entre los ciudadanos a medida que se suceden inexplicables casos, que plantean el interrogante de estar acompañados –o peor aun, controlados- en este universo por criaturas nada amigables. La premisa argumental entusiasma previendo como menú una buena narración de terror paranormal, donde estos niveles de percepción tan misteriosos y aterradores son puestos de manifiesto en un relato perturbador y oscuro.
En pos de querer infundar una verdad sin ser certero en su tratamiento, el novel realizador recurre a un registro documental inédito –grabaciones de archivo, audios supuestamente originales- como toda una apuesta de estilo narrativo, pero poco creíbles que no sirven para disfrazar las verdaderas intenciones del film. Es ingenuo pretender de esta manera abarcar con seriedad e interés la crispada temática que se propone desentrañar.
Dividiendo la pantalla, empleando sobreimpresos e intercalando relatos de ficción con los documentales, el film va construyendo su identidad, con marcas genéricas novedosas jugando al filo de lo creíble con los acontecimientos que se relatan. Integrando en el propio film material completamente inédito y real sobre la investigación, incluye las revelaciones de múltiples testigos de encuentros alienígenas sin el más mínimo cuidado por el buen gusto, privilegiando el impacto del momento. O peor aun, queriendo convertirse en un documental revelador que a su conclusión no dejará ninguna reflexión final que se precie de aclarar el confuso panorama que plantea.
Como si fuera poco, el tono empleado a la hora de asustar será un rejunte de viejos trucos ya vistos en decenas de oportunidades aquí implementados con insistencia. Probados recursos que, para variar, no aportan nada nuevo al género. Pareciera que el golpe de efecto en las secuencias de horror son el motor del film, un punto de partida endeble si se tiene en cuenta que lo apropiado sería encarar al mismo desde la conexión que pueda establecerse con el interés y la psiquis del espectador que, sin dudas, se vera emocionalmente estimulado al tocarse un tema que genera curiosidad.
El falso realismo ficcional señalado, intenta dar verosimilitud a una historia contada sin la mínima preocupación de mantener un coto de credibilidad, lo que acaba pareciendo un flash sensacionalista que intenta justificar sus verdades de un modo más que descarado. Que no nos vendan más mentiras.