Ensayo general del fin del mundo
La posibilidad de que una peste elimine un porcentaje considerable de la humanidad es la idea que desarrolla Contagio , la nueva película de Steven Soderbergh, un director que ya ha demostrado su versatilidad para narrar historias corales en Traffic . Es la vida de varios personajes y varias ciudades la que está implicada en la trama de esta infección viral, una epidemia que también crea una red a medida que se extiende por el mundo en una progresión geométrica letal.
Pese al título fríamente clínico, no se trata de una película catástrofe, sino de una especie de ensayo general sobre las conductas humanas frente a un eventual flagelo. A Soderbergh siempre le ha interesado el poder, mejor dicho, las relaciones de poder, que de una manera u otra se establecen en todo tipo de vínculos, sean éstos privados o públicos.
Por eso si bien la escala es mundial, con varios puntos rojos en el globo terráqueo (Estados Unidos, Inglaterra, China, Francia), el foco está puesto en microhistorias individuales o familiares. Soderbergh se centra en ese núcleo de alta intensidad donde se funden los grandes acontecimientos con las vidas singulares. En su forma de explorar por dentro las agencias y los laboratorios estatales, los comités de riesgo y las organizaciones internacionales de la salud toca el sistema nervioso de las grandes burocracias y en ese sistema nervioso los hombres y mujeres reales no se comportan como simples autómatas.
Desde cierto ángulo, puede decirse que se trata de una mirada paranoica, ya que todo aparece conectado con todo. Pero Soderbergh se libera de esa visión conspirativa atribuyéndosela a un periodista mesiánico (Jude Law). Este presenta a la epidemia como el producto de un complot de la industria farmacéutica, los medios de comunicación ?y el gobierno de los Estados Unidos.
En cambio, el director, antes que al modelo paranoico, parece recurrir a la teoría del caos para mostrar cómo personas separadas por la distancia de un hemisferio pueden interrelacionarse sin conocerse entre sí.
La compleja historia que tiene entre manos no se escapa nunca del control de Soderbergh, quien puede pasar de una escena introspectiva a una panorámica de los cadáveres en la nieve sin que ese salto resulte vertiginoso o modifique la atmósfera de documental que impregna todo el relato. Lo acompaña un gran elenco, en el que sobresalen Matt Damon, como un hombre que intenta conciliar su destino de padre sobreviviente con la conciencia de que su esposa muerta lo ha engañado, y Kate Winslet, como una médica que padece en carne propia la tragedia que pretende atenuar.
También hay personajes y situaciones discutibles, como un primer plano de la cara de un niño muerto (el hijo del personaje de Matt Damon) o la rara simbiosis moral de una funcionaria de salud (Marion Cotillard?) con un pueblo chino. Esos defectos son lógicos en una película tan ambiciosa como es el caso de Contagio y no afectan la verdad del experimento conjetural que plantea en su laboratorio de imágenes.