A la gran mayoría nos consta que Ferrari, aparte de fabricar autos de alta gama, también fabrica autos de carrera. No obstante, a quienes no somos tan instruidos en materia automovilística, se nos hace difícil pensar que Ford, una marca vinculada a la historia del automóvil, una marca que vemos circular en las calles de nuestro día a día, también fabrique autos de competencia. Esta comparativa es necesaria traerla a colación porque Contra lo Imposible evoca en cierto modo a un David contra Goliath.
Honor y Orgullo
Si hay algo que no va a faltar en absoluto en Contra lo Imposible son sendas y vertiginosas escenas de carreras. Donde algo tan cotidiano como no poder cerrar la puerta de un auto se vuelve un elemento de tensión ante las hordas de autos destruidos que se acercan sin piedad al parabrisas del protagonista.
Sin embargo, por eficientes que sean dichas escenas, el corazón de la película, lo que nos quiere contar, está en otro lado. Esto, lectores, es pura y exclusivamente una historia sobre el honor y el orgullo. Sobre cómo mantener uno y saber cuándo abandonar el otro. Sobre cómo quieren quitarnos el honor en nombre de las ganancias. El debate eterno e inestable entre hacer nuestro orgullo a un lado por un bien mayor o hacernos respetar.
Es una historia que sabiamente enseña que no todo tiene un final con moño, y que el ganador no necesariamente es quien sostiene el trofeo al final. Es sobre ganarnos el respeto del contrincante. De la hermandad que existe entre los hombres. De ese irse a las manos que oculta algo de cariño. De esos momentos agridulces que nos deja la vida.
Es una historia sabia, marcando que muchos visionarios, aquellos que dan vuelta el paradigma, que cambian las cosas para siempre, muchas veces tienen una apariencia muy alejada de lo ideal.
Christian Bale entrega una comprometida performance como el piloto de carreras Ken Miles, con un marcado acento británico crucial para la idiosincrasia ácida, chistosa e iracunda de su personaje. Matt Damon también entrega un buen trabajo como el sobrio Ying del iracundo Yang de Bale. Un personaje con la misma sangre caliente, que aprende a tener orgullo al mismo tiempo que el otro aprende a dejarlo de lado.
La puesta en escena de James Mangold te sumerge todo momento en lo que es esa pista riesgosa. Te hace sentir la velocidad, el espacio, el rugir de los motores, el silencio breve que da lugar al pensamiento. Estas ahí junto al piloto y muchas veces eres él.
Pero no es solo en la pista donde las virtudes técnicas de Contra lo Imposible (Ford v Ferrari) se luce, sino también cuando se encuadran las escenas fuera de ella, los momentos íntimos donde se fortalecen los lazos de familia y amistad. Es acá donde podemos valorar la fotografía de Phedon Papamichael como un todo, haciéndo pensar que si hay una película que vale la pena ver en IMAX, es esta.