Un Cage básico
La última película con Nicolas Cage, Contrarreloj (Stolen, 2012), es un film tan ridículo en cuanto a la historia que plantea, que termina por divertir con los lugares comunes en los que cae. Una fórmula trillada, un tratamiento por demás inverosímil y varios estereotipos para hacer de esta película de acción un entretenimiento pochoclero funcional a los fines buscados.
Will Montgomery (Nicolas Cage) es un ladrón profesional pero con “códigos” y una hija a la que adora. Cuando está por dar el golpe de su vida junto a su equipo de “trabajo”, algo sale mal y cae en manos del agente del FBI Tim Harlend (Danny Huston) que lleva años persiguiéndolo. Pasan ocho años y al salir de la cárcel e intentar rehacer su vida, Vincent (Josh Lucas), un ex compañero con quien Will tuvo un último altercado, secuestra a su hija y le reclama el dinero de la operación que deberá entregar en menos de doce horas a cambio de la niña.
La fórmula del fugitivo pone a Nicolas Cage con un límite de tiempo para conseguir el dinero y salvar a su hija (recuperarla en todo sentido). Todo mientras evita que la policía lo atrape nuevamente. Pero si de fórmulas básicas hablamos, pensemos en los estereotipos que el film construye: un ladrón con códigos que busca redimirse y un villano traidor sin escrúpulos, feo, rengo y resentido. Y no nos olvidemos del agente federal ultra correcto y apegado a la ley que usa sombrero a lo Eliot Ness.
Resta describir los recursos trillados: que el personaje tenga que correr durante todo el film entre la gente (la acción transcurre en medio de los festejos del carnaval del Mardi Gras en Nueva Orleáns), que tenga que engañar a la policía con credenciales y muñecos (¿por ello la música remite a la serie El Santo?), y las inverosimilitudes como que al protagonista le disparen, lo apuñalen, lo golpeen…y siga corriendo sin parar.
En este momento es cuando hay que recordar que el protagonista es Nicolas Cage y el director Simon West que viene de dirigir Los indestructibles 2 (The Expendables, 2012) pero que ya había trabajado con Cage en Con Air: Riesgo en el aire (Con Air, 1997) lanzando al actor definitivamente como héroe de acción. Films que si carecen de algo es de realismo, motivo por el cual hablar de inverosímil pasa a ser relativo. Teniendo en cuenta tales antecedentes todo adquiere rápidamente sentido. Claro que Contrarreloj podría dar mucho más de lo que entrega.