Si hay un actor todoterreno se llama Nicolas Cage, quien en los últimos años eligió el cine de acción para fortalecer una carrera más comercial en la pantalla grande. En esta ocasión, Cage encarna a Will Montgomery, un ladrón de bancos que luego de pasar ocho años tras las rejas, es buscado por sus antiguos compañeros de andanzas y por el agente del FBI (Danny Huston), porque creen que Will escondió el botín en algún sitio. Para recuperarlo, su rival Vincent (Josh Lucas) le secuestra a la hija (Sami Gayle).
El realizador Simon West, quien ya había trabajado con Cage en Con Air, construye un relato ambientado en los carnavales de Nueva Orleans (lo mejor de la película es la secuencia en la que Will camina por los techos de los autos mientras la música de Mark Isham crece al ritmo de los enloquecidos pies de unos bailarines callejeros) donde las persecuciones están a la orden del día.
Mezcla entre Búsqueda implacable y la reciente Parker, donde el héroe en cuestión es traicionado, esta realización de West acierta en las escenas de acción porque es un especialista en el género, pero no así en la elección del villano con pata de palo encarnado por Lucas, que es poco creíble en su accionar. Lo mismo ocurre con la relación establecida entre el agente del FBI y el protagonista que va cambiando y acerca a los personajes con el correr de los minutos sin dar demasiadas explicaciones.
El resto se ve convencional y sin sorpresas para el espectador habituado a este tipo de relatos que recuerdan a algunos films de los 80, cuando el malo "resucitaba" en el momento esperado. En tanto, la adolescente raptada y mantenida oculta en el baúl de un taxi, aguarda el reencuentro con un padre que emprende su búsqueda implacable.
Cajas fuertes violadas, lingotes de oro derretidos rápidamente y un pasado criminal son las constantes de un relato que elige un viejo parque de diversiones donde, a la manera de duelo final, se toparán cara a cara el héroe redimido y el antagonista que vuelve para vengarse.