Corre, Nick, corre
Nicolas Cage vuelve a ser un héroe de acción en esta película monótona y deslucida, en la que sólo se salvan las escenas de robos de bancos.
Will Montogomery (Cage) es el cerebro de una banda que asalta bancos; aparentemente brillante, nunca pudieron detenerlo. Sin embargo en una oportunidad, por un altercado con Vincent (Josh Lucas) -uno de sus compañeros de equipo-, la banda lo abandona en plena escapatoria, dejándolo con el botín en las manos: diez millones de dólares en efectivo. Cuando el FBI lo atrapa, el dinero desapareció. Años después, Will es liberado, y habrá más de un interesado en el paradero de esa fortuna. Uno de ellos secuestra a su hija, y él deberá encontrarla antes de que la mate.
El filme comienza a aburrir prematuramente a la media hora de comenzado, con una trama vista muchas veces, y que sólo encuentra como variante situar la acción en el congestionado Mardi Gras de New Orleans.
Trillada, cliché por donde se mire: el “malo” exageradamente malo, los ineptos agentes del FBI (¿llegará el día en el que la agencia de inteligencia real se queje ante Hollywood por mostrarlos en general tan poco, valga la redundancia, inteligentes?), el delincuente con principios que busca la redención y el amor de su familia. Nada nuevo, ni siquiera en las formas.
El director Simon West, de quien cabría esperar algo mejor, dado que ya dirigió a Cage en "Con Air", y también es el director de "Tomb Raider", entre otras películas del género, intenta un par de acercamientos, y elige una banda de sonido que recuerda a series policiales de los años setenta. De todos modos el magro esfuerzo no alcanza, y la película no logra sorprender, ni atrapar al espectador.
Una película sin gancho, ni chispa. Casi un pecado teniendo en cuenta el género al que pertenece. Prescindible.