Contrasangre

Crítica de Ezequiel Boetti - Otros Cines

Retrato de una obsesión

Más allá de un desenlace poco convincente, se trata de otro sólido film del director de El túnel de los huesos.

El director del subvalorado thriller carcelario El túnel de los huesos (2011), Nacho Garassino, vuelve al cine con Contrasangre, un film noir seco, noctámbulo y ominoso centrado en un ex policía devenido en encargado de seguridad de edificios que se obsesiona con una chica atormentada por su pasado.

El hombre en cuestión es Juan (Juan Palomino), que trabaja como vigilante nocturno y tiene un matrimonio al borde del colapso. Uno día conoce a Analía (Emilia Attias), una joven vulnerable y torturada por los recuerdos de una violación que vuelven al presente cuando Julio (Esteban Meloni) sale de la cárcel y empieza a buscarla. Juan, entonces, se convertirá su protector primero, y en algo más después.

Garassino acerca los vértices de ese triángulo con precisión, seguridad y sin apuro, tomándose el tiempo necesario para someter al espectador a las particularidades de ese grupo de mentes obsesionadas. Filmada en una Buenos Aires lúgubre y casi irreconocible, Contrasangre cae en su parte final, cuando la narración desemboque en una serie de vueltas de tuerca engañosas y de dudosa calidad.