Bajo el sol de Toscana
Con Copia certificada (Copie conforme, 2010), Abbas Kiarostami recupera la trascendencia mundial que alcanzó en los ’90. En su nueva película sobresale Juliette Binoche, ganadora del Premio a la Mejor actriz en el Festival de Cannes.
Un hombre y una mujer bellísima, un paseo por el sur de Italia, una charla extensa, la degustación de un vino. Una especie de superficialidad recorre Copia certificada. Pero entiéndase bien: una superficialidad delicada y sensible. La cámara de este relato por momentos se confunde con la mirada de un turista, para el que todo es novedoso y la voluntad de apreciar la belleza prima por sobre todas las cosas.
Ella (Binoche) es una galerista francesa que asiste a la conferencia de James, un escritor inglés bastante arrogante (William Shimell). Cuando ésta finaliza, lo lleva a su local. Pero finalmente deciden tomar el auto y salir de paseo, antes de que él parta. A medida que transitan bellísimos paisajes del sur italiano, dialogan sobre el arte, las relaciones amorosas, la vida misma. La película no desarrolla muchas más acciones que la del diálogo mismo, al que los actores aportan convicción y naturalidad. Es a través de la palabra que se seducen, y de la mezcla del paisaje y las palabras se va gestando un tono sugestivo, embriagador.
Abbas Kiarostami comenzó su carrera en los ’70, aunque el reconocimiento en todo el mundo le llegó a partir de El sabor de las cerezas (Ta'm e guilas, 1997) y El viento nos llevará (Le vent nous empotrera, 1999). Interesado por el formato digital, hacia la siguiente década se encargó de diversos proyectos que le permitieron filmar sin necesidad de recurrir a grandes fondos. Con Copia certificada ha vuelto de algún modo a las “ligas mayores”, contando con la presencia de una estrella de cine.
Muchos consideran que el cineasta se ha depurado de sus marcas autorales. Más allá de las discusiones, no estamos frente a una película exenta de ideas formales, que claramente no son radicales pero sí poco visibles en el cine más masivo. Su estructura nos recuerda al díptico de Richard Linklater: Antes del amanecer (Before sunrise, 1995) y Antes del atardecer (Before sunset, 2004). En los tres films la acción está anclada en el deambular, con extensos diálogos enmarcados en planos secuencia. Las elipsis son reducidas, pues lo importante es que se imprima la sensación del mismo paso del tiempo para el espectador y la pareja protagónica. Esta elección narrativa produce en Copia certificada un deseo por que el encuentro llegue a un destino concreto.
La película tensa esta expectativa hacia la mitad del metraje, cuando el relato de un punto de giro al hacer un cuestionamiento sobre lo real y lo ficcional dentro de la propia historia. ¿Ella y William son dos desconocidos que juegan a ser un matrimonio consolidado, o es al revés? Poco importa. Kiarostami privilegia lo sensorial por sobre lo conceptual. Aquí no se trata de resolver un misterio, ni decodificar un juego. Se trata, por el contrario, de asumir el recorrido como una suma de miradas en donde no es posible saber qué es original y qué copia, mientras que dos seres enigmáticos hacen de su paseo una invitación al regocijo. Binoche reconfirma su indiscutida presencia cinematográfica, la autoridad de una actriz que supo transitar diversas cinematografías sin perder una pizca de intensidad en la pantalla grande.
A esta altura del año, Copia certificada es para la cartelera local una de las sorpresas. Bienvenida sea.