Un debate sobre el arte, la soledad y el amor en medio de la hermosa Toscana italiana.
James Miller (William Shimell) es un reconocido autor que acaba de escribir su nueva obra: Copia certificada. En ese trabajo, Miller postula que muchas veces, en el arte, las copias superan a las obras originales. Y, ¿qué mejor lugar para presentar un libro de este tipo que en Italia, específicamente en La Toscana, un lugar -como dice un fugaz personaje- “que parece un museo al aire libre”?
En esa hermosa ciudad italiana se cruzará con una mujer (Juliette Binoche, cuyo personaje no tiene nombre) que maneja una galería de arte y antiguedades. La temática del libro de Miller los unirá y comenzarán a hablar sobre lo real y sobre las copias. Pero algo pasa, algo surge o se esconde entre los dos, ya que de repente, y a partir de lo que pareció una broma, ellos comienzan a tratarse distinto. De la nada estos dos personajes se convierten en una pareja con 15 años de matrimonio y con un hijo pre adolescente. Comienzan a ser distantes, frios, con la llama del amor casi extinta. ¿Qué es lo real?, ¿qué es la copia? No lo sabemos. Tal vez sean dos desconocidos jugando a ser marido y mujer, tal vez sean marido y mujer jugando a los desconocidos, ¿qué es lo más real?, ¿lo que imitan o lo que son?
Esta compleja temática es abordada con maestría por Abbas Kiarostami, el talentoso director iraní, responsable de obras maestras como El sabor de las cerezas. Cada plano, cada toma, tiene su por qué. Largos planos secuencia en los que vemos a los protagonistas caminar por las antiguas calles de La Toscana, o primeros planos estáticos y eternos que nos hacen detener en los gestos y las miradas que intercambian estos dos ¿enamorados?, ¿enemigos?, ¿desconocidos? Los reflejos en ventanas, parabrisas y espejos son frecuentes, mostrando (y poniendo en duda) la realidad: la mejor copia de cada uno ahí, enfrente, planteando un dilema casi borgeano, ¿cuál es el de verdad?, ¿el reflejo o el que se ve frente a la cámara? Y lo que se ve frente a la cámara, ¿no es también una falsificación, una interpretación de algo que, tal vez, sucedió?
Y hablando de ellos, el labor que realizan es sorprendente. No actúan, son ellos. Intercambian palabras con tanta naturalidad que nos hacen sentir que los conocemos, o incluso que, en algún punto, somos ellos. Juliette Binoche es maravillosa. Su sonrisa y sus incomodidades son tan creibles que hacen que el espectador en seguida tome empatía con ella. En cambio, el duro William Shimell interpreta el lado de la razón, del pensamiento científico y práctico, y muchas veces, por eso mismo, peca de pedante. No es una crítica, claro que no, así es su James Miller, y por eso funciona como funciona.
Otro punto interesante de esta obra es con la naturalidad que los protagonistas cambian de idioma. Sencillamente, comienzan hablando en inglés, pasan por el francés, siguen por el italiano y así, sin motivo ni explicación. Podemos pensar que las personalidades de cada uno cambian, que con 15 años de matrimonio es más coherente hablar en francés, la lengua madre de la mujer, que en medio de la pasión iracunda acude naturalmente a su boca.
Para hacer una referencia sencilla, Copia certificada recuerda mucho a las dos obras maestras de Richard Lintlaker, Antes del amanecer y Antes del atardecer, en donde Juliette Delpy y Ethan Hawke sencillamente caminaban y hablaban sobre la vida, la muerte, los miedos, el arte y tantas otras cosas. Aquí es similar, pero diferente, aquí hay algo más que no se nos muestra. Aquí, como en el arte, la respuesta queda exclusivamente en manos del espectador.