Cuando un director se atreve filmar una película que trata sobre un juego protagonizado por dos personajes de la actualidad, hay que reconocer su temerario coraje para enfrentar un mundo regido por el utilitarismo, blandiendo, como única arma, su capacidad para soñar. Quizá por esa razón esta película no batirá marcas en las recaudaciones, ni se mantendrá por mucho tiempo en las carteleras. Sin embargo, vale la pena ir al cine para admirar la gran actuación de Juliette Binoche, enmarcada por una sucesión de fotografías que hacen añorar la región de la Toscana, aún a aquellos que no la conocen. Soñar, en la primera década del siglo XXI, es posible. Eso es lo que dice el iraní Abba Kiarostami con su peculiar filme, que parece provenir de otros tiempos.