Y el verbo se hizo carne
Kiarostami no deja de sorprenderme. A esta altura he leído tanto de Copia Certificada que tengo un frangollo en el cerebro que no puedo asegurar qué tan bien quede este artículo. Y les adelanto que si no vieron el film se van a encontrar con mucho spoiler asique mejor la ven y al rato vuelven. Es que para acercarse a esta obra, para hablar de ella, no me queda otra que recurrir a varias escenas y acotaciones que pueden embromar el visionado de aquellos que aun no la han visto.
Muchos lamentablemente comparan este film con "Te querre siempre" (Viaggio in Italia, 1954) de Roberto Rossellini, y de allí parecerían asociar la noción de copia con original, sin embargo sería realmente una visión menesterosa quedarse con eso, después de todo si de comparar copias con originales- si al menos de ideas hablamos- Shakespeare hubiera echado por tierra el intento de cualquiera por escribir historias. Copia conforme es una historia universal, una historia que es eternamente contada en el cine y en la literatura: el amor entre el hombre y la mujer. Pero lo que sorprende es la forma en que Kiarostami lo hace, haciendo que la palabra, los diálogos, dibujen realmente la escencia del drama.
Por empezar el film abre con una imagen de un escritorio vacío, en él vemos dos micrófonos, dos vasos de agua, una botella, un libro y algunos papeles. De fondo escuchamos el bisbiseo de voces que nos adelantan lo obvio en compañía de la imagen: alguien va a dar una conferencia, alguien viene a hablar y se hace desear porque ese plano dura por lo menos casi dos minutos hasta que un italiano irrumpe en la escena para avisarnos que el conferencista está retrasado, ausencia que se reafirmará de alguna manera a lo largo del film. La historia parece moverse finalmente cuando una grandiosa Juliette Binoche- Dios cómo amo a esta mujer- conoce a ese conferencista y salen a pasear en su auto. Hasta entonces nos parece que una anticuaria francesa que vive en la toscana con su hijo tiene la suerte de conocer a un ensayista inglés al que admira, pero de pronto terminan en un café y el balurdo de idiomas (él habla inglés, ella francés e italiano, ambos de pronto el francés) abre la puerta para uno de los temas centrales: la comunicación. Esta escena es casi la más importante del film porque de pronto vemos al inglés salir un momento para hablar por teléfono y la dueña del lugar asumiendo que se trata de un matrimonio se pone a hacer preguntas y comentarios, al principio son comentarios superfluos, de esos que cualquiera puede tener con un extraño, finalmente termina en una verdadera reflexión sobre el matrimonio. Aquí la asunción de la dueña de que se trata de un matrimonio disloca la narración para crear la realidad de la ficción, ahora sí son un matrimonio, ahora sí que toda esa disertación intelectual sobre la copia y el original tiene sentido: es que ¿qué es mejor? ¿el amor original y verdadero o el simulado?. Pero entonces en la confusión de esa distorción narrativa algo nos zumba en la cabeza... las palabras que dijera el inglés sobre el concepto de "originalidad", y sobretodo, el diálogo madre-hijo que se da después "Estás haciendo esto sólo porque quieres verlo otra vez". Entonces... ¿ya se conocían?. La respuesta es que no importa, no importa porque Kiarostami como tantas otras veces no hace un drama o una comedia o una historia de amor, él hace un ensayo, él explora las posibilidades de un concepto y le da vueltas, él poetiza. Entonces Kiarostami nos recita, nos recita sobre el amor, la verdad y la mentira, la idealización, la soledad, los recuerdos, las culpas.
Destaco en este sentido el tema del lenguaje. En la escena del restaurante vemos cómo la pareja empieza a discutir y terminan hablando idiomas diferentes. Ella habla en francés, el iniste en el inglés, ambos manejan ambos lenguajes pero no concuerdan en usar ninguno de los dos. Cada uno se aferra a su propia lengua, a su propia visión como una vez nos dijera Ludwig Josef Johann Wittgenstein: " Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo". Y así deambulan estos dos personajes por las calles de la encantadora Toscana sin decidirse muy bien dónde ir, tan perdidos como su propia relación, tan sin rumbo como el final de su propia historia.
Que este es el film más europeo del director iraní, que parezca alejarse de las fronteras de su propia Irán para traernos a una Italia contenedora del arte y del amor, no es gratuito; Kiarostami se planta en el corazón del arte y del mundo para ponernos de frente a un espejo y lograr aquello que ya nos dice al principio del film:
"Así que la preocupación sobre la originalidad, el concepto de verdadero y falso, desde siempre ha ocupado las mentes de nuestros antepasados, tal como ahora ocupa la nuestra. La palabra ''original'' tiene inherentes fuertes connotaciones positivas. Auténtico, verdadero, confiable, durable, dotado de un valor intrínseco.La etimología de la palabra también es interesante: viene de la raíz latina "orini", que significa Surgir o Nacer.Me parece muy interesante que la palabra "Original" se refiere al nacimiento.Me gustaría llevar esta idea a un paralelismo extremo, entre la reproducción de arte y la reproducción de la raza humana. Después de todo, podemos decir que somos réplica del ADN de los antepasados. Analizar las obras originales, significa cuestionar sus orígenes, explorar los fundamentos de nuestra civilización".
¿Y cuáles son depués de todo los fundamentos de nuestra civilización sino el amor?