El aura que se disipa
Original y copia; idea y concepto; realidad o ficción son las ideas directrices que atraviesan el universo de Copia certificada, nuevo desafío del director iraní Abbas Kiarostami completamente en sintonía con sus tópicos pese a estar filmada en la Toscana (dicen que esa ciudad es una copia de Florencia) y protagonizada por un elenco europeo, encabezado por la genial Juliette Binoche y William Shimell en los roles principales.
La intertextualidad entre las reflexiones estéticas sobre las obras de arte como pretexto de desarrollo dramático de los diferentes estadios por los que pasa una relación entre un hombre y una mujer, alcanzados por el abrupto paso del tiempo y los cambios, encuentra un correlato casi directo con el concepto de aura del filósofo alemán Walter Benjamín como ese entretejido muy especial de espacio y tiempo; aparecimiento único de una lejanía, por más cercana que pueda estar.
Si la pareja protagónica se conoce desde hace tiempo o simplemente pasan a representar a un matrimonio en crisis (idea de cercanía y lejanía en cuanto a la relación espacio tiempo) poco importa en un microcosmos donde realidad y ficción se funden en un plano absolutamente subjetivo en el que el viaje por las calles de Toscana; el descubrimiento de diferentes lugares y personajes son el centro de atención entre las disertaciones y los diálogos banales de la pareja.
Abbas Kiarostami parte de un encuentro entre un hombre y una mujer; él es un crítico de arte inglés que llega a la Toscana para presentar su libro -que da título a la película- y ella una galerista francesa, participante de la audiencia en la charla. Ambos parecen dos extraños al comienzo para ir luego desandando un camino que termina por mostrarle al espectador que en realidad aparentemente se conocen hace 15 años y que la percepción sobre la pareja difiere en cada punto de vista.
No son en vano las comparaciones con los filmes de Richard Linklater Antes del amanecer y antes del atardecer en cuanto a la idea del encuentro y desencuentro entre los personajes en la fugacidad de las cosas, aunque en el caso del director iraní ese paseo o deambular errante opera como pretexto de una trama más profunda y abstracta en la que además entran en juego las ideas de representación cinematográfica.
Lejanía y cercanía, entonces, que se resignifican en la futilidad de las relaciones humanas; en los soplos de deslumbramiento del amor y en el inexpugnable devenir de la vida, pese a que el cine intente atraparlos en una imagen.