Delicias y fastidios de la vida en pareja
Esta es una de esas películas que se aprecian mejor recién dos o tres días después de haberlas visto. Quien vaya a verla sin conocer al autor, o sin respetarlo mucho, quizás empiece desconfíando ante lo que parece ser sólo una conversación vacua de un historiador inglés de arte con una galerista francesa. Él da una charla, ella se lo charla a la salida y lo lleva en su auto. Tema del día, las copias que llegan a ser mejores que los originales. Si el asunto poco le interesa al espectador, ahí tiene para distraerse unos lindos paisajes y unos rincones preciosos de Cortona, Lucignano, y otros lindos pueblos de Toscana.
Cayó en la trampa, se distrajo. Porque de pronto le asalta la duda: ¿esa mujer evidentemente dispuesta a seducir, y ese tipo que se hace el reticente, no serán un matrimonio, o, por lo menos, no tendrán un pasado en común, y ahora se encuentran jugando a los desconocidos? Porque el tema de fondo ya no es ese asunto artístico-legal de la relación entre copias y originales. La conversación fue tomando otros carriles, lo que ahora les atrapa son las delicias y amarguras de la vida en pareja, y en ese asunto se entrometen cada tanto otras personas, para ofrecerles la alegría de dos recién casados, o algunos buenos consejos que permitan soportar el desgaste. O simplemente para cruzar frente a ellos, mostrándoles lo que es la vida cuando dos personas van llegando juntas al final de la vida. El tema de fondo, entonces, es el intento de sentir de nuevo el ensueño, la dedicación mutua de otros tiempos, forzar los sentimientos, obligarlos, y en una de esas, quién sabe, esa segunda etapa pueda ser igual que la primera, y hasta mejor, al menos por un día.
Ese es el asunto. Se esconde un poco bajo una serie de juegos de estilo y dobles lecturas que el autor dispuso para lucimiento personal y entretenimiento de sus seguidores, pero ahí está, para placer de todos. El autor es el persa Abbas Kiarostami, que no hacía una romántica desde su ya lejana y emotiva «Detrás de los olivos», sobre el amor adolescente. Ahora hizo ésta, sobre el amor en la madurez, que es también su primera ficción hecha en Europa con artistas profesionales. Y qué artistas: Juliette Binoche, con toda la gama y las etapas del amor en su rostro, el barítono William Shimell, elegante y firme hasta que más o menos afloja, y, para el recuerdo, dando consejos a la pareja, la veterana Gianna Giachetti al frente de una cafetería (¡cuánto tiempo ha pasado desde que apareció al fondo de un burdel en «La viaccia»!), y, en una placita, el siempre benevolente Jean-Claude Carriere, guionista de Buñuel y tantos otros grandes.
Hablando de guiones, «Copia certificada» es en partes una relectura de «Viaje a Italia», del maestro Roberto Rossellini con Ingrid Bergman y George Sanders, muy indicado para quien quiera ver algo más sobre el mismo tema. Pero esa ya es otra historia.