Amor verdadero
James (William Shimell) es un escritor que presenta su libro ante un nuevo público, luego de varios desengaños previos. En ese lugar conoce a Elle (Juliette Binoche), galerista francesa y madre soltera, que le invita como quien no quiere la cosa, a compartir una caminata y quizás algo más. A medida que el día transcurre, el espectador comienza a dudar sobre la exacta relación de los personajes. ¿Son conocidos ocasionales? ¿Son una pareja en ciernes? Lo cierto es que el título del filme tiene mucho que ver con las reflexiones que les surgen a los personajes, y conviene no revelar mucho más para dejar que el espectador haga su propio camino.
El iraní Abbas Kiarostami regresa a los paisajes devoradores y las pasiones enigmáticas, sutiles, en esta película que tiene el valor de retomar un tema ya conocido (la intimidad y los entretelones de una relación de pareja), dándole un toque personal que vuelve a la película una experiencia única no sólo en lo argumental, sino en lo visual. Un fascinante juego de personalidades, un laberinto espejado donde cada cabo de la trama revela nuevas facetas.
Si la estrella innegable de este dúo protagónico es Juliette Binoche (este rol le valió el galardón como mejor actriz en Cannes), no hay que omitir de ninguna manera a William Shimell, que debuta cinematográficamente justo en una película como ésta. Y su debut está a la altura de lo esperable, si no más. La sintonía entre los dos es la que hace que esta historia funcione de manera lógica y armoniosa, como una danza ejecutada de manera precisa.
Asimismo, y si bien el tema es lo suficientemente universal para encajar en cualquier escenario, la Toscana italiana constituye un ingrediente fuerte en un plato que tiene tanto de clásico como de novedoso.
Quizá lo menos destacado de esta película es su dificultad para encontrar un público que le haga justicia. Aún si tuviera cincuenta salas más, hay que estar muy en sintonía con el cine de Kiarostami (o de otros que se le parecen, tampoco hay que irse muy lejos) y, más bien, con el Cine en sí. Ese Cine con mayúsculas que hoy por hoy, paradójicamente, ocupa espacios cada vez más reducidos.