"CUANDO LA DIVERSIDAD DEBIERA SER BENEFICIOSA" (por halbert)
Guillermo Francella es claramente conocido para los argentinos como el gran humorista televisivo, especialista en protagonizar sketches y sitcoms con enorme efectividad. Si bien también tiene su carrera cinematográfica, en la que trabajó bajo las órdenes de Carlos Galletini, Rodolfo Ledo o Juan José Jusid en diversas comedias comerciales, hace pocos años comenzó a intercalar historias más profundas, más acentuadamente desde "El secreto de sus ojos", en donde realizaba una gran composición en un rol agridulce, y sin su clásico bigote, que lo dejaba casi irreconocible.
Esta vez ha sido convocado por Marcos Carnevale (“Elsa & Fred”, “Anita”, “Viudas”) para darle vida a León, un exitoso arquitecto de tan solo 1.36 metros, que intentará seducir a Ivana, una abogada divorciada y socia de su ex marido en un estudio jurídico. El primer contacto casual entre ellos es telefónico, en el que se establece una gran empatía y ambos sienten un mutuo interés, por lo que coordinan una cita cara a cara. La sorpresa de Ivana ante la pequeñez de su interlocutor no resulta disimulada, y León, acostumbrado a generar eso en la gente, le explica que sólo lo alejan 40 centímetros de la “normalidad”.
El personaje de León es bastante excéntrico; es un exitoso hombre con un holgadísimo pasar económico, que vive en una pequeña mansión junto a su hijo, está divorciado y parece tener una movida vida social y de negocios, saliendo a bailar entre semana o volando a Río de Janeiro para una reunión y regresar la misma noche. Tiene una excelente relación con su adolescente hijo y, en realidad, se relaciona bien con todo el mundo: con su ex, con su mucama, con sus clientes, con el mozo de un restaurante… A todos les cae muy bien León, pareciendo no reparar (o habiendo superado) la “diferencia” que tiene con el resto de su entorno.
El filme se centra en esa diferencia y en cómo los mortales humanos prejuiciosos se enfrentan a ella. Y más especialmente Ivana, que se ve seducida por el modo de vida y el status social de León, además de su simpatía y su desenfado para encarar toda situación, pero se le dificulta poder dejar atrás los preconceptos y avanzar libremente en una relación sentimental. Todo el entorno de León es el que se muestra libre de prejuicios, y todo el entorno de Ivana es el que aparece como segregacionista (salvo la secretaria de su estudio, encarnada con enorme oficio cómico por Jorgelina Aruzzi). Incluso la madre de Ivana (jugada muy bien por Nora Cárpena) se opone, lo que resulta llamativo, dado que su actual marido es sordo y habla de forma dificultosa, casi gangosa, debido a su limitación.
“Corazón de León” es una comedia dramática, que arranca desde la sonrisa y el romance, y luego avanza hacia el drama de relaciones humanas, en donde se deberá dirimir si las diferencias son más que las similitudes, y donde el convencionalismo se choca contra la distinción. Es por ello que el guion atraviesa instancias risueñas y divertidas (gracias a los diálogos y a algunas situaciones), pero también las más serias y emotivas. Y Francella sabe moverse con soltura en ambas, logrando tanto la carcajada como la lágrima, y gran parte del mérito del filme se lo lleva él, empequeñecido digitalmente con muy buen resultado visual.
Julieta Díaz resulta una compañera "a la altura" (no en todo sentido, esta vez), en un personaje que se dirime entre el amor y el “qué dirán”, y lo sortea con oficio. Todo el elenco secundario acompaña a la perfección, muy especialmente Nicolás Francella, el hijo del protagonista en la ficción y en la vida real, que es toda una revelación, brindándole gran naturalidad a su papel.
Carnevale logra un interesante entretenimiento; el filme conserva un ritmo que no decae nunca y, si bien es dinámico desde el inicio, accede a que el romance entre los protagonistas vaya lento y pausado, acorde al tiempo que necesita Ivana para permitirse entrar en la vida de León, con todo lo que implica para ella.
Cuando la desigualdad entre las personas se entiende como diversidad, ya sea que hablemos de diferente raza, diferente sexualidad, diferente religión, diferente aspecto físico, etc., la presencia en la sociedad de distinciones no debería ser perjudicial, sino por el contrario, beneficiosa. Debería verse como un tipo de desigualdad positiva que conviene no sólo aceptar, sino fomentar. ¿Estamos preparados o todavía nos falta mucho? Si nos concentráramos en el corazón y el alma del prójimo, las relaciones entre las personas fluirían más sanamente. Pregúntenle a León… O mejor a Ivana, que es la que tiene el conflicto...