Efecto Francella
Corazón de León marca el regreso del actor a la pantalla grande, con un personaje a su medida, aunque suene paradójico dada la estatura del mismo.
Hay actores que tienen un ángel particular para las comedias, tipos capaces de hacer reír con una mueca, una frase, una mirada o un amague. No hace falta que el diálogo arrope un chiste infalible ni que la escena obligue a un tropezón inesperado, porque la sola presencia del personaje en cuestión lleva a la sonrisa.
Esta clase de actores funcionan como una especie de salvoconducto para los directores, a sabiendas de que este plus les puede salvar las papas si la peli resulta un fiasco. En Argentina, quizá el mejor ejemplo esté encarnado en Guillermo Francella, un artista que ya demostró su capacidad de hacer drama de manera efectiva sin perder su habitual gracia (El secreto de sus ojos certifica la validez de esta afirmación).
El estreno de Corazón de León, del realizador Marcos Carnevale, lo tiene como principal protagonista, haciendo dupla con la siempre fresca y bella Julieta Díaz. El argumento presenta a un hombre que mide nada más que un metro y chirolas, y a una joven abogada, divorciada para más datos, que le dan forma a una historia romántica con condimentos de moraleja y lección de vida.
Que las diferencias no importan si los sentimientos son verdaderos, que lo físico y las apariencias no constituyen lo esencial, son los tópicos comunes que plantea esta película. Y si bien funciona desde el ángulo cómico, en cierto punto el mensaje se hace demasiado obvio, predecible y edulcorado.
Gigante chiquito. Sería injusto decir que Corazón de León es nada más que el trabajo de Guillermo Francella. Para redondear un buen producto en líneas generales, la performance de Díaz como partenaire aporta una buena dosis de credibilidad, a lo que se suma una revelación: la de Fancella junior, de nombre Nicolás, que si sigue en esta senda tiene asegurado un futuro en el mundo del espectáculo. En la ficción también toma el papel de hijo, en este caso de León Godoy.
Los demás secundarios cumplen su cometido para darle contexto general al nudo de prejuicios que surgen cuando se presenta un caso de estas características. Otro punto que hay que sumar, necesario teniendo en cuenta que lo que se pretende resaltar es qué sucede ante las diferencias, es que están muy bien logrados los efectos y en ningún momento queda en evidencia que el tamaño del mini galán es forzado.
Carnevale aprovechó todo lo que ofrece esta relación despareja para poner también el acento (y así dar el paso necesario hacia el éxito comercial) en lo emotivo y lo sentimental. Si la cosa no se le fue de las manos en este punto es porque Julieta Díaz en primer lugar, y el propio Francella, logran convencer y vuelven reales a sus personajes. Corazón de León es una comedia que se lleva bien, que por momentos hace reír bastante al espectador y que tiene quizá como único pecado tornarse demasiado aleccionadora hacia el final.