Una necesaria dosis de sermones.
No vamos a negar que los seres humanos nos movemos por los prejuicios. Anticipamos el resultado de todas las cosas sin siquiera haberlas vivido. Lo hacemos en el deporte, en la universidad, en el amor, en la familia… Y lo peor: se lo hacemos a las personas. Basta que alguien atraviese la puerta, para que su aspecto nos escriba una carta de presentación completa. GRAVE ERROR EL QUE COMETEMOS. Justamente de eso trata este film, y de lo difícil que se hace lidiar con ese ‘qué dirán’ social, cuando uno nace con alguna condición física que lo hace, justamente, nada más que físicamente diferente a la media.
Ivana (Julieta Díaz) es una abogada de estudio, muy bien preparada y dueña de una belleza más que fresca. Su vida da un vuelco inesperado, desde el primer minuto que la vemos en pantalla, cuando un desconocido le hace una llamada al teléfono de su departamento, y directamente desde el celular que ella acaba de perder. Él dice llamarse León, y la tienta a una cita a ciegas en un café al día siguiente. Ivana no puede creer haber aceptado. Ella, una chica que se casó y se separó, pero hace ya varios años que sigue siendo colega de su ex marido, y no puede despegarse de una relación enfermiza. Sin embargo, le entusiasma mucho aventurarse a algo nuevo.
Tal y como lo pautaron, ambos se presentan a la hora indicada, en el lugar acordado. Ivana no puede creer lo que sus ojos están viendo; León es casi tan pequeño como la mesa del café en la que eligió sentarse. A partir de este episodio, comenzará el desarrollo de un film más que bien guionado y dirigido por Marcos Carnevale. Imaginen el sinfín de momentos hilarantes y situaciones incómodas que se dan de la mano de estos personajes. Guillermo Francella en la piel del que todos llaman ‘enano’, Jorgelina Aruzzi es una genialidad como secretaria del estudio jurídico, Julieta Díaz se presenta fresca como una lechuga, y las participaciones especiales de Claudia Fontán y Mauricio Dayub están impecables. Para completar, el debut de Nicolás Francella en cine; una grata sorpresa.
Me encantó haber recibido este baldazo de agua fría, que cuida los golpes bajos pero que se da lugar al drama. Yo misma, sin aún haber visto la película, cometí el error de tildarla de ‘una pavada’, para luego tener que deshacer lo dicho comprobando por mí misma lo molestos que podemos ser de tan prejuiciosos…
Destaco la película por el claro mensaje que nos regala, y porque entretiene con ritmo. La historia de amor que viven los protagonistas, nos hace olvidar el motivo por el cuál Ivana no quiere abrir su corazón a León. Sin embargo, ella misma lo sufre en pantalla y lo vivencia como un obstáculo que pareciera imposible de corromper. Gracias al cielo, todavía hay personas que escuchan lo que les aconseja ese órgano latente, y el film se convierte en una lección de vida que aunque la tenemos ahí enfrente, casi siempre solemos ignorar. Felicito a la gente que estuvo a cargo de este logro, y ojalá se den más seguido, ya que valen mucho más que varias comedias baratas y norteñas.
Moraleja: “Para el amor no hay edad… Ni color, ni tamaño, ni lugar, ni nada.”