Que la cosa funcione
Corazón de León es una gran película. Corazón de León funciona en todo lo que se propone y no pierde el rumbo en ningún momento. Tendrá defectos, se le podrán criticar cosas, pero curiosamente, aunque esas fallas están a la vista, la película les pasa por encima y logra imponerse.
Corazón de León gana la batalla inicial. En nada más que segundos la película entra con todo, arma personajes, cuenta cosas y se lanza de lleno al encuentro de la pareja. Excelente decisión de guión y acertada puesta en escena para dar más vueltas. Un film que en el afiche delata su gancho comercial, o su chiste, no debe perder ni un minuto de tiempo. Madre, ex marido y aun socio y desconocido que encontró el teléfono que Ivana arrojó, son tres mensajes en el contestador que arman toda la presentación del personaje femenino. Ivana Cornejo (Julieta Díaz) es una abogada que aun trabajo –de forma conflictiva- con su ex marido, que está sola, que tiene una madre de manual y que de pronto recibe, desde su propio teléfono, el llamado de un hombre encantador. Tal vez un poco pesado y pedante, pero sin dudas alguien que sabe cuales sus armas y las usa al máximo. La verdadera protagonista de Corazón de León es Ivana. Ella tiene el conflicto, ella lucha contra los prejuicios, ella debe resolver. Rareza del cine comercial argentino, un personaje femenino más completo y con mayores conflictos que el personaje masculino.
Ivana conoce a León por teléfono. El punto de vista inicial de la película es el de ella. De ella sabemos cosas, a ella la vemos con sus conflictos, a ella la vemos de cuerpo entero mientras que de León solo vemos un primer plano bien cerrado. Quedan en encontrarse a almorzar para que León le devuelva el teléfono. Llega León y mide un metro treinta y seis centímetros. Es inesperado, no es la estatura promedio, ni siquiera es bajo, es más que bajo. Son sólo cuarenta centímetros dice él, no es nada. Pero lo es. Entonces ahí aparece la película y su conflicto principal. Ivana, como casi cualquier otra persona, sólo piensa en salir de esa situación. Siente vergüenza, incomodidad, incluso culpa por sentir eso. Y todo eso lo vemos en el rostro de la gran actriz protagónica. León, por su parte, sabe que tiene que desplegar todos sus recursos para obtener el tiempo necesario para que ella vea algo más que su estatura. Y lo logra. Y ahí empieza la historia de amor.
Todo espectador sabe que las películas tienen reglas. No sabemos cuál será el final de Corazón de León pero sabemos que si las cosas arrancan bien, tendrá que haber conflictos más adelante. Y el director consigue –siempre manteniendo el punto de vista de ella- que el espectador entienda esos conflictos. Cuando están juntos es su mundo, el problema es todo lo que los rodea. No está en discusión lo estético. No es una encuesta acerca de qué clase de pareja buscamos o si preferimos tal o cual estatura, tal o cual color de pelo. La película pregunta si uno es capaz de renunciar al amor verdadero por no poder luchar contra las reglas sociales, la presión del afuera, los prejuicios que habitan en todos nosotros. Esa es la pregunta. Esa es la historia. Y eso es lo que tiene que conseguir transmitir la película.
Mencioné defectos y sí, es así, los hay. Uno es que alrededor del minuto cincuenta un personaje hace una bajada de línea completa que no era necesaria y que insulta de alguna manera no sólo al espectador sino también a la propia película. Haberla evitado habría sido algo bueno. No pasa lo mismo cuando la pareja protagónica discute sobre las presiones sociales y los prejuicios, eso resulta creíble y tiene sentido. Otro defecto es que León es perfecto. Entiendo que no es el protagonista, que puede tener menos conflictos –después de todo el principal lo afecta- pero le faltan matices. Esos matices faltantes no serían un problema excepto por las escenas que el tiene sin Ivana. Si el punto de vista de ella fuera más excluyente, no habría tanto problema, pero cuando él tiene escenas sin ella, la película se olvida de dotarlo –o no se anima- de contradicciones y lados oscuros. Una vez más: entiendo que si la película quiere decir que los prejuicios sociales y estéticos son capaces de hacer rechazar al hombre perfecto, entonces la sociedad está loca, el objetivo está logrado. Pero si queremos crear un personaje completo, el objetivo falla un poco.
Pero los defectos no evitan que todo lo demás funcione. En una historia de amor que se precie el objetivo principal es que el espectador deseé que los protagonistas estén juntos. Y ese objetivo se logra con creces. Esto se debe al talento y el carisma arrollador de Guillermo Francella y Julieta Díaz. Francella no tenía, nunca tuvo, la obligación de hacer papeles de este nivel. Su popularidad es indiscutible. Pero yo, como cinéfilo, le agradezco su rol en El secreto de sus ojos, Los Marziano, y ahora Corazón de León. Es gracioso, es simpático, es muy talentoso. Ya sabemos que los cómicos suelen tener talento de sobra, más que los actores dramáticos, y Francella lo demuestra. Acá hace todo bien. Tiene un regalo extra, trabajar con su hijo que hace de su hijo. Nicolás Francella tiene talento y, muy valioso para esta película, la gestualidad de su padre. A Julieta Díaz, sin embargo, le toca la parte más difícil. Ivana es un personaje que tiene que cargar con todos los conflictos sin que el espectador le pierda cariño nunca. Díaz es una excelente comediante, excelente actriz dramática y, como su compañero, tiene un carisma indiscutible. Ser excelentes actores pero no tener carisma equivale a nada en el cine, así que carisma es una palabra que no debe ser subestimada.
Corazón de León es una historia de amor. Con un conflicto visible, claro, inequívoco. Pero también es una metáfora acerca de todos los conflictos que las personas enfrentan al elegir amar. La historia de amor perfecta, amenazada por los prejuicios sociales. Por el no poder luchar contra el afuera que intenta imponer reglas generales. Tiene humor, sí, y podría ser considerada una comedia. Pero Corazón de León tiene mucho de drama también, de película romántica. Y funciona. Funciona cuando quiere hacer reír y funciona, y cómo, cuando llega el momento de la emoción. Si queremos llevarnos una enseñanza, no literal, sino general, acerca de nuestra condición de individuos en una sociedad prejuiciosa que nos puede arruinar la vida, la película ofrece esa enseñanza. No lo tomemos como algo malo, la enseñanza que se desprende podrá ser políticamente correcta, pero sobre todas las cosas es de una gran humanidad.