Corazón con agujeritos
Mariano Cattaneo (Incidente, 2011) propone con su segundo film Corazón muerto (2014), una cruza de subgéneros dentro del terror que no llega a buen puerto. La película comienza con un secuestro al mejor estilo slasher, pasa por fantasmas propios de lo sobrenatural, y culmina con una tragedia romántica con posesiones incluidas. En el medio está la cambiante trama que pasa de inverosímil a disparatada.
Dos matones secuestran a una chica adinerada y la llevan a una casa abandonada mientras esperan pasos a seguir por su jefe. Paralelamente, vemos a una posesiva mujer reclamarle amor eterno a su novio. ¿Ambas historias están conectadas? No lo sabemos, sólo es una suposición. La cuestión es que el secuestro se complica por diferencias entre los secuestradores y un espíritu maligno que los acosa.
Si bien hay un planteo de poner acción en escena continuamente (y esto implica también movimiento de cámara), la narración no siempre avanza y hace que la historia se torne reiterativa. La película comienza mostrando sus carencias de producción (lo cual no es un defecto en sí mismo si se lo sabe aprovechar), cosa que se evade al principio pero se vuelve insostenible con el cambio de registro. La historia de los secuestrados raptando a la niña rica para exigir un jugoso rescate tiene un cierto realismo, al igual que la posesiva/psicótica novia de la trama paralela. Pero luego entra en escena el condimento fantástico/fantasmal dando un giro al tono inicial.
Hasta ahí se sostiene la historia más allá de los efectos especiales no muy logrados, el maquillaje del fantasma, sus apariciones esporádicas que no surten efecto, y la histriónica actuación de los matones. Se mantiene en el misterio detrás de algunos personajes que aún desconocemos (el capo mafia) y la incertidumbre con la historia de la pareja poco feliz.
La tensión dramática decae y la trama entra en un espiral sin salida. La justificación es un recurso para conjugar ambas historias, que va de lo fantástico a lo inverosímil; y la necesidad de la película por darle una explicación seria a la cuestión termina por dilapidar el terror que alguna vez, aunque sea bruscamente, se había construido.
En definitiva, Corazón muerto tiene un comienzo prometedor pero va mermando su ritmo e ingenio con el cambio constante de registro, que vuelven ridículos ciertos pasajes, sobre todo, aquellos con intenciones serias (la pareja se separa y ella se aleja en un impecable auto Chevrolet cuya imagen publicitaria rompe con el dramtismo buscado), para cerrar con un collage de géneros que arman un relato fantástico pero nunca coherente.