LA ESPERA DEL FIN DE LOS DIAS
Martín Heiddeger, dentro de toda su rica propuesta filosófica, plantea la idea de que el hombre es un “ser para la muerte”. ¿Qué quiere decir con esto? El hombre vive sabiendo que va a morir, nace muriendo. Lo que no sabe es cómo ni cuándo. Sobre esta incertidumbre existencial que a todos nos aborda, trata Corazón silencioso, interesante film danés que plantea la idea de UNA muerte intervenida y controlada hasta el más mínimo detalle.
La película narra la historia de una familia que vive uno de los momentos más difíciles: la irremediable noticia de que la madre del clan sufre una enfermedad terrible e incurable. Ante tal hecho, el grupo familiar aprueba que se le ponga fin a su vida de forma íntegramente pautada: la muerte de la madre tiene fecha, hora y lugar a acontecer, además de un itinerario a seguir los días anteriores al hecho. A partir de este pacto, se reúnen un último fin de semana a “celebrar” el tiempo que les queda juntos.
El director Bille August sabe cómo generar, de manera sencilla y atrapante, un film profundo que habilita a reflexionar sobre uno de los tópicos existenciales que más interpela (y ha interpelado) a la existencia humana: la muerte. La muerte, misteriosa, sorpresiva, generadora de pánicos y miedos, está exonerada de tales adjetivos en esta historia, se la trata de manera (aparentemente) fría, como un paso a seguir para evitar consecuencias peores de una enfermedad irremediable. Sin embargo, aunque la película no posea escenas trágicas ni dramáticas, la melancolía y la tristeza es evidente en la adecuada composición de los personajes, quienes al mismo tiempo transmiten la alegría que les ha generado el poder decidir de qué manera serán sus últimos instantes juntos. Es decir, si nos ponemos a hilar fino, el film propone una salida utópica a uno de los grandes dilemas de la humanidad: controlar el tiempo de vida y la forma en cómo se acaba nuestra existencia.
Corazón silencioso no destaca ni por su escenografía (una linda casa de clase media alta, algo lujosa y agradable de ver), ni por su montaje, ni su musicalización (que es casi nula), sino por la intriga que se va generando en este ambiente tenso, paciente, que se encuentra a la espera del desenlace que se avecina en cuanto termine ese fin de semana.
Interesante ejercicio de reflexión propone esta película danesa, aunque no es de extrañar dentro de esta filmografía encontrar films profundos que aborden desde lo fílmico problemas filosóficos universales (cabe recordar a Carl Theodor Dreyer, Benjamin Christensen, Thomas Vinterberg, Lars Von Trier, entre otros).