Realizar una película bélica ambientada en la Segunda Guerra Mundial tiene un punto a favor: se sabe perfectamente quienes son los buenos y quienes son los malos. Algo bastante más complicado de determinar en contiendas posteriores donde los intereses ya no están tan puestos en salvar al mundo de la tiranía y el genocidio (¿?). Los nazis eran malas gentes, eso lo sabemos todos, pero también es sabido que la guerra transforma a las personas y, en muchos de los casos, no en el buen sentido.
Pasaron casi siete décadas desde la finalización del conflicto armado que enfrentó a las Potencias del Eje contra los Aliados, y en todos estos años Hollywood nos deleitó con una infinidad de versiones ficcionadas que abarcan todo un abanico de posibilidades: desde las más patrióticas, heroicas y propagandísticas que buscan nuevos reclutas para la causa, hasta las más férreas entregas antibélicas, crudas y sin anestesia, que nos obligan a desviar la vista y hacer de cuenta que estas cosas no pasan en el mundo real.
Hoy por hoy, este género (caído en desuso) debe apelar a la acción descarnada, la sátira o algún otro entrecruzamiento de estilos para atraer a una audiencia que está acostumbrada a ver la guerra en vivo y en directo por CNN. Los relatos de época siguen atrayendo mucho más que los conflictos actuales, en parte por estar más lejanos en el tiempo (o sea, por ser parte de la “historia”) y, una vez más, porque podemos distinguir muy bien a los villanos.
David Ayer, guionista de “Día de Entrenamiento” (Training Day, 2001), “Rápido y Furioso” (The Fast and the Furious, 2001) y director de películas cargadísimas de violencia y acción como “Soldado de Ciudad” (Harsh Times, 2005), “En la Mira” (End of Watch, 2012) y, por qué no, la inminente adaptación comiquera de “Suicide Squad” (2016) (ahora se entiende por qué lo eligieron), se mete con la Segunda Guerra Mundial y la avanzada de los yanquis sobre territorio enemigo.
Es abril de 1945, el final de la guerra está a la vuelta de la esquina, pero los alemanes no se rinden así de fácil y van a dar pelea hasta el último minuto. El problema en cuestión es que sus tanques son mejores y los americanos no pueden hacerles frente a estos monstruos de metal con los propios. Así y todo existen valerosos soldados que se aventuran encerrados en estas máquinas de guerra que podrían convertirse tanto en su último refugio como en su tumba, en este caso, el “Fury” del título original.
Don 'Wardaddy' Collier (Brad Pitt) y sus hombres son uno de estos grupetes de camaradas que se cuidan las espaldas mutuamente. Estos muchachos vienen sobreviviendo juntos dese África, ya pasaron por Francia y Holanda, y ahora sólo les queda esta última escala para poder volver a casa de una vez por todas.
Claro que el grupo debe ser variopinto para que todos se vean representados: esta el muchacho religioso, Boyd "Bible" Swan (Shia LaBeouf), capaz de recitar convenientemente cada salmo de memoria, Trini "Gordo" Garcia (Michael Peña), el latino simpaticón, Grady "Coon-Ass" Travis (Jon Bernthal), el bruto maleducado pero de buen corazón y, por supuesto, Norman Ellison (Logan Lerman), el joven novato recién llegadito al que la guerra le pega en la cara como un Ice Bucket Challenge.
A Norman le toca reemplazar a la baja más reciente de este pelotón que está a punto de salir a cumplir un par de misiones peligrosísimas. El pibe tiene que aprender a matar o morir y sus compañeros, muy amablemente, se van a encargan de ello.
Acá reside un poco la cuestión de esta historia que pone de excusa a la guerra para mostrar la verdadera naturaleza de la raza humana. Don y sus hombres son valientes, buenos soldados, leales, pero también perdieron su humanidad por el camino y, la mayoría de las veces, no son muy distintos al enemigo que combaten.
Ayer cae en los estereotipos y en los lugares comunes que no deben faltar en este tipo de film, pero no se priva de mostrar la crudeza y crueldad de estos tipos, ya sea con el enemigo, con las pocas mujeres que se cruzan a su paso (representadas como botines de guerra que pueden ser utilizadas a gusto y piacere por el sólo hecho de ser del bando contrario) o entre ellos mismos.
“Los ideales son pacifistas. La historia es violenta” es lo primero que aprende Ellison de boca de su sargento cuando trata de poner en práctica todas sus buenas intenciones en medio de este infierno sobre la Tierra.
La película está cargada de testosterona, pura acción y muertes a destajo, bien filmada (aunque no se destaca desde lo estético) y llevadera (a pesar de sus 134 minutos), más allá de que, a veces, se detiene a meditar demasiado las cosas.
Se nota que Ayer tomó buenas notas de Steven Spielberg y “Rescatando al Soldado Ryan” (Saving Private Ryan, 1998). Los paralelismos no pueden evitarse, sobre todo a la hora de retratar a este grupo de soldados casi en misión suicida. Claro que el Collier de Pitt es más cercano al bestial Aldo Raine de “Bastardos Sin Gloria” (Inglourious Basterds, 2009) que al abnegado capitán Miller interpretado por Tom Hanks, aunque el mensaje fraterno termina siendo el mismo. ¿Hay diferencias entre un héroe y un sobreviviente? Ustedes decidan.