Corazones de hierro

Crítica de Lautaro Olivera - Proyector Fantasma

En el contexto histórico de “la Alemania nazi de Abril de 1945, invadida por el ejército de aliados que está a días de ponerle fin a la segunda guerra mundial” el argumento de Fury podría resumirse en este dialogo entre el experimentado capitán de una cuadrilla y su joven recluta a cargo:

– “Tenía el mejor artillero de proa del noveno ejército. Y ahora te tengo a ti. Me prometí a mi tripulación mantenerlos vivos. Me lo estás impidiendo.

-Perdóneme. Me entrenaron para escribir sesenta palabras por minuto. No me entrenaron para ametrallar cadáveres.”

Ah! Todo esto dentro de un tanque de guerra, claro.

Con Brad Pitt (con un look que deliberado o no, es ineludible referencia al de Aldo “El Apache” Raine de la genial Bastardos Sin Gloria) en el papel del capitán Don Collier, Fury es una película sobre Tanques. O al menos debería considerársela como tal ya que sale ganando con esta denominación mientras que le quedaría grande encuadrarla dentro del género bélico. Y es que esa suerte de evolución personal por la que pasa nuestro joven héroe Norman Ellison (interpretado por Logan Lerman) es llevada a cabo con dispar suerte a lo largo del relato, mientras que el punto fuerte de la película, terminan siendo los enfrentamientos a bordo de tanques.

La guerra es dura y Collier (capitán del tanque bautizado Fury) es fiel representante de esto, mientras que Norman en su rol de rookie se ve asqueado y temeroso frente a su crudeza, sirviendo de un modo algo literal, como un contrapunto que resalta lo antinatural y lúgubre de este medioambiente en estado de emergencia. El tema es que esta conflictiva es manejada de un modo algo vulgar generando cierta inconsistencia narrativa que vuelve al film algo pesado y excesivamente largo en sus 2:10 hs de duración. Y es que en una película clásicamente “bélica” encuadrada en el contexto histórico de un momento tan importante para la historia de la humanidad, hay que tener una sensibilidad muy afinada para poder retratar la crudeza de la guerra sin recaer en el culebrón o en la vulgaridad. Entonces, si bien la falta de pulso de David Ayer a la hora de dirigir el proyecto no es tan notoria, hay que señalar que la película por momentos exagera situaciones de alto contenido emocional haciéndolos parecer salidos de la mente de algún orgulloso militar, asiduo votante del republicanismo. Asimismo, el film incluye altas dosis de gore: violencia sin sentido que parece agregada más para dar un golpe de efecto en la cara y probar un punto, que para retratar una situación particular, quedando por ejemplo a años luz de aquel (necesariamente) violento desembarco en Normandía tan bien retratado en Rescatando al Soldado Ryan o de las escenas exageradamente sangrientas pero a favor de la belleza estética narrativa que podemos ver en la ya nombrada Bastardos Sin Gloria. Pero como dijimos antes, el punto fuerte de la película está los combates con tanques.

Como si fuese el sueño realizado de los fanáticos del Battle City (videojuego ancestral, creado en 1985) lo más interesante pasa por las secuencias de acción a bordo de los tanques. Interesante desde el punto de vista histórico, ver qué papel juegan estos en batalla y de qué modo van llevando a cabo su estrategia. Y por supuesto, desde el punto de vista pochoclero, ya que bien manejadas las escenas de acción, resultan de lo más entrenido. Eso sí, raros resultan los disparos, que licencia poética mediante, son graficados como si fueran coloridos rayos laser salidos de Star Wars, en una arriesgada e interesante apuesta que finalmente no llega a destino, no aportando nada bueno o malo al desarrollo de las escenas.

Fury-2

En fin, Fury resulta ser una película inconsistente en su narrativa, resultando algo larga en duración y carente de sutileza a la hora de tocar los aspectos emocionales de sus personajes protagónicos. Asimismo, sus escenas de acción son lo más entretenido y original que tiene para ofrecer y aparentemente lo que se adecuaba mejor al estilo de su director.