¿Lejos de casa? Spider-Man: De regreso a casa afianzó la inclusión de Peter Parker en el universo cinematográfico compartido de Marvel. Su «Homecoming» era la reinterpretación de un titulo surgido en un arco argumental de los comics y el guiño pasaba por decirnos que el regreso a casa de Spider-Man era el regreso de Spider-Man a este universo, para que nuestro héroe pudiera compartir aventuras con Iron Man, el Capitán América y compañía, con todo lo que esto conlleva. La casa del Spidey de Tom Holland es Marvel Studios. En este sentido es difícil evaluar una película perteneciente a este universo luego de que pasara tanto agua debajo del puente. No sólo porque venimos de Avengers: Endgame (la que probablemente sea la película más taquillera de la historia) con las consecuencias argumentales que eso conlleva. Sino porque luego de esta clase de eventos cinematográficos (signo de los tiempos que corren en donde bien o mal, el cine de superhéroes y especialmente el de Marvel es el buey que tracciona financieramente a la industria) cada vez resulta más cuesta arriba hacer un producto que impresione a las masas. Lo logra, sí. Y eso es muy meritorio. Uno sale del cine asombrado y boquiabierto luego de ver la (hasta la fecha) última película de Spider-Man, sintiendo que el hombre araña parece salir airoso de este tremendo desafío. Pero a costa de algo que se fue construyendo secundariamente desde la primera Iron Man (2008) y ahora película a película pasa a tener cada vez más, un lugar central: las historias pierden un porcentaje de su integridad y de su cohesión interna para convertirse en un capítulo más de un novela universal que no hace más que expandirse continuamente. ¿Eso es algo bueno o malo? Digamos que tiene pros y contras. Sin profundizar mucho más al respecto, abrimos el paraguas de las salvedades para hablar de Spider-Man: Far From Home. Nos encontramos en un mundo que ha velado a Iron Man, al Capitán América y a Black Widow. Pero que más dramáticamente, ha sobrevivido a unos 5 años con una mitad de la población desvanecida que luego regresó como si nada hubiera pasado. En este contexto, el grupito escolar de Peter Parker pega un lindo viajecito por Europa y nuestro amigable vecino nada quiere saber con llevarse el traje con él, intentando dejar su poder y responsabilidades en tierras norteamericanas. Desde ya que no lo logra, debido a la aparición de monstruosas criaturas gigantes en el viejo continente y a la insistente convocatoria de Nick Fury, quien por lo menos lo asocia con un recién-llegado-encapotado-con-superpoderes llamado Quentin Beck. En este escenario y a pesar del rollo superheroico, Peter sigue siendo Peter y su mayor preocupación pasa por declararle su amor a su cool compañera de clase, MJ. Creo que en el último punto la película gana por afano. Lejos de Casa sigue siendo una historia sobre Peter, sus intereses amorosos y sus compañeros de clase. Y por supuesto, acerca de como le cuesta horrores hacer convivir su vida privada con su faceta superheroica, una temática que no debería faltar en ninguna historia de Spider-Man. La cinta maneja muy bien las relaciones interpersonales y enamora en cuanto al grupo de chicos y bizarros profesores de la clase. En todo esto es clave el sentido del humor y es el punto más fuerte, donde se nota una muñeca muy precisa de parte del director Jon Watts. Lo que hace reír no son los chistes bobos, sino las situaciones cómicas. Sí, también los hay pero enhorabuena estos funcionan ya que están muy bien colocados. También lo decimos porque un error típico de las películas de Marvel, es exagerar con ciertos chistes y arruinar momentos dramáticos, forzando el humor en situaciones y/o personajes que no se acoplan tan bien a esto. Por suerte tenemos en Spider-Man un personaje al que le calza muy bien este tono y tenemos a un director que evidentemente sabe manejarlo con maestría. Betty, Ned & MJ Por otra parte, no deja de resultar raro ver a Spider-Man, fuera de casa. Lejos de New York, nos encontramos con un héroe que se columpia por diversos lugares de Europa. La historia nos ofrece hermosas postales visuales e intencionadamente nos mete en un contexto distinto para re-presentarnos a nuestro héroe, luego de haberlo visto en tantas películas anteriores trepar los mismos edificios clásicos y pelear contra carteristas en callejones. Ahora lo tenemos no solo en otras ciudades, sino contra villanos que parecen inasibles. Europeo No deja de resultarme muy agradable ver a Jake Gyllenhaal en el Universo Cinematográfico de Marvel (UCM) y me alegra verlo encarnando a un personaje como Quentin Beck. Visualmente fascinante, su intervención nos regala una de las escenas más espectaculares que habremos tenido en la historia del UCM. Sí, debo decir que el personaje me dejó un gusto agridulce ya que no me convencieron tanto sus orígenes y motivaciones y creería que por su espíritu, los guionistas podrían haber jugado mucho más con él y en verdad haber explotado mucho más su potencial. No obstante, su participación no deja de ser remarcable. Mysterio El punto más flojo de la película no es culpa de la película en sí (que argumentalmente hace lo mejor que puede) sino del universo del que forma parte. Por ejemplo, resulta bastante cuesta arriba aceptar que luego de que desapareciera la mitad de la población del universo durante cinco años, las consecuencias fueran mínimas, que todos parecieran tomárselo como un chiste y que todo transcurra dentro de carriles perfectamente normales. Lo que también resulta algo cansador es el peso que tiene la figura de Iron Man en la saga del Spider-Man del UCM. Soy el primero en reconocer cuán importante fue la primer Iron Man como para moldear todo este universo compartido. Y me encantó verlo reclutando a Spidey en Civil War, tutoreandolo en Spider-Man: Homecoming y abrazándolo en Infinity War y Endgame. Pero llega un punto en el que el mensaje ya está claro. No digo que se deba eximir de la referencia en esta película. Pero sí parecería que en Far From Home su participación fantasmática está sobreexplotada y de más está decir, que resulta absolutamente prescindible. Iron Man en todos lados En resumen, Spider-Man Lejos de Casa es una buena película, que maneja muy bien el tono y resulta por momentos hilarante, haciendo foco en Peter Parker y sus compañeros de clase. Cumple con el apartado de la acción. Y aprueba aunque sin sobrarle nada, en cuanto al conflicto dramático. Un buen capítulo de un universo cinematográfico que a la vez que aloja, cada vez más corre el riesgo de dañar a sus personajes debido a ser algo posesivo. De algún modo no le permite independizarse y tomar brillo propio, manteniendolo siempre dentro de su casa. Tal vez sea ese el mayor reproche que podemos hacerle a la última e igualmente asombrosa película de nuestro amigable vecino Spider-Man.
“¡SHAZAM!” es la palabra mágica que nos lleva a un universo que no se toma muy en serio a sí mismo y que con mucho corazón y algo de impulsividad aprovecha el género superheroico como para hablarnos acerca de la amistad y la familia. Título original: ¡SHAZAM! Año: 2019 Duración: 132 min. País: Estados Unidos Dirección: David F. Sandberg Guión: Henry Gayden, C.C. Beck, Bill Parker Reparto: Zachary Levi, Jack Dylan Grazer, Mark Strong Productora: Warner Bros. Fecha de estreno: Abril 2019 Quisiera ser héroe La palabra mágica enunciada en voz alta convierte al rebelde adolescente huérfano Billy Batson, en un campeón místico con superpoderes, capaz de competir hasta con el mismísimo Superman. Hay incontables maneras de poder presentar esta historia en el cine ¿Como decidieron hacerlo en esta oportunidad? ¡SHAZAM! parece ser una sitcom en formato de película de superhéroes. Moviéndose entre chistes fáciles de digestión rápida esperables de la edad del pavo, sólo le faltan las risas grabadas como para completar el combo. Con sus influencias muy bien definidas y astutamente homenajeadas, destila mucho de la esencia del cine shampoo ochentoso nunca tomándose en serio a sí misma. Pero fundamentalmente se trata de una Buddy movie que habla sobre la amistad y el concepto de familia. No importa tanto el rollo superheroico. No es tan interesante este coloso que puede romper el concreto de un puñetazo e invocar al trueno. Lo interesante es su “niño interior” Billy Batson y su búsqueda de una familia. No hay un mundo al que salvar, el único mundo que importa y está en peligro es el de Billy y los suyos. Por eso en realidad tampoco narrativamente se hace foco en el protagonista sino más bien en la relación que tiene con su familia y primordialmente con su amigo Freddy Freeman. Quien resulta un geek comentarista experto en lo que a superhéroes se refiere y puntal en el que se apoya la gran cantidad de referencias, chistes y parodias respecto al género superheroico presentes en la historia. Más que un análogo de Superman que de manera impresionante sobrevuela por los aires a toda velocidad hasta alcanzar la estratósfera, SHAZAM nos recuerda a un Spider-Man que más llano, camina por las calles de su barrio suburbano, siempre con una actitud de continuo asombro e incredulidad. Aunque a diferencia de nuestro amigable vecino neoyorkino, este lo hace por las calles de la Filadelfia de Rocky Balboa, pavoneándose en su traje escarlata y exhibiendo su gran porte y musculatura. Hola! El conflicto fantástico de la historia no podría ser más sencillo y genérico. Y las motivaciones del malo son tan simples que terminan siendo totalmente olvidables, más allá del evidente esfuerzo de ciertas escenas que parecen agregadas forzosamente, como para resaltar la figura del Dr. Sivana, como previendo que iba a pasar esto. Como punto flojo encontramos que el Dr. Sivana no logra destacarse en la película. El gran némesis de nuestro héroe en los cómics es un brillante científico loco al que se podría haber caracterizado como tal e incluso ridiculizar (esta es otra característica fundamental del personaje) pero en lugar de eso nos encontramos con un super tipo al que es difícil erigir como contrapunto intelectual malvado frente a nuestro bonachón superhéroe. Se intenta que resulte aterrador pero apenas es una mera excusa para que el protagonista tenga alguien contra quien pelear. Además, a veces la cantidad de chistes en la película puede resultar excesiva, algunos de estos malos y también descontextualizados, así como la insistencia de mostrarnos al Billy transmutado en adulto como un niño asombrado con sus superpoderes que todo el día está tonteando. Pero somos indulgentes con este último punto ya que se comprende la intencionalidad de la película. Los chistes que sí entran bien, resultan realmente graciosos y los personajes principales en Shazam son entrañables. Si la idea es no tomarse nada muy en serio, se comprende que se incurra en ciertos excesos “típicos de la edad”. La película por momentos se comporta como si fuera un adolescente impulsivo que no piensa en las consecuencias de sus actos, especialmente en cuanto a imaginarse dentro de un universo compartido. Impulsivo e impune No tomarse en serio a sí misma es el gran acierto de ¡SHAZAM!. Zack Snyder va por la dirección totalmente contraria a la que tenía en mente y pudo expresar en sus películas anteriores (Man Of Steel, Batman v Superman y Justice League),para este universo compartido nos hace recordar cual es la verdadera esencia de un superhéroe. Una más cercana a el color, la credulidad y la aventura que a la acción inconmensurable y a la épica descorazonada. En Shazam hay poco para destacar individualmente a nivel cinematográfico. Por ejemplo decir que la mano en la dirección de David F. Sandberg se mueve de manera más o menos orgánica, y que la actuación de Zachary Levi es funcional a lo que este requiere. Por su parte Mark Strong está siempre correcto, no siendo culpable del papel poco destacado del Dr. Sivana en la película. En definitiva: ¡SHAZAM! es una película ligera que irrumpe de modo bastante impune en lo que al género se refiere. Un descanso risueño en épocas en donde cada vez nos cuesta más impresionarnos con la épica, que resulta en un film que logra cumplir con su noble objetivo de hacernos pasar un buen rato en el cine.
A la hora de analizar una película de características tan particulares como ésta, uno debe tener un cuidado especial. Desde hace algunos años DC Cómics está adaptando, a la pantalla chica, historias clásicas de su universo en historietas y, si bien éstas quieren gustar a todo el mundo y llegar a un público más amplio, basan su existencia en la revisión que le va a dar su base de fanáticos. Nos referimos a lectores de cómics qué, familiarizados con la obra original, van a sostener la mera existencia de esta película para (llegado el caso) hacer que nuevas personas se sumen. Es decir: ¿A qué publico están apuntadas estas películas? Y en consecuencia: ¿Cómo se deben criticar esas obras?, ¿Como si fuesen películas originales o en relación a las obras en las que se basan? Bueno, tal vez en casos tan especiales y específicos como éstos, la respuesta sea: un poco y un poco. El cómic The Killing Joke fue escrito en 1988 por Alan Moore, el mismo de Watchmen, V de Vendetta y La Liga De Los Caballeros Extraordinarios. Un autor tan “antisistema”, que ha renunciado a los millonarios derechos de autor que le podrían llegar a corresponder por cada película basada en sus obras que ha salido hasta la fecha. Su importancia histórica se da por presentarnos a un Joker extremadamente perverso y contarnos por primera vez su origen en el cual, a pesar de todo, se lo humaniza bastante, mostrándonos que no solo él es el enfermo sino que la sociedad toda lo está. El Joker como víctima de la sociedad. Como un ángel caído del sistema que nos dice que, por culpa de éste, todos podemos caer, y así logra apelar (más o menos) a un sentimiento de solidaridad por parte nuestra. Durante su trama, el protagonista comete atrocidades impresionantes y difíciles de describir para probar su punto, dejando incomodo a Batman, en una especie de jaque moral metiéndole agresivamente la pregunta: ¿Qué es lo que realmente nos diferencia a nosotros dos? ¿Todo esto sucede en la película? Sí. La versión fílmica rescata en líneas generales y, durante la mayor parte del tiempo, todo aquello que sucedía en el cómic. Nos muestra escena tras escena (o viñeta tras viñeta) a un Joker enfermizo, más violento que nunca y con el objetivo de mostrarle a Batman y al mundo, su retorcida lógica. Ahora bien, la película se queda corta. Dramáticamente se queda corta y literalmente: se alarga demasiado. Si quisiera contar solo aquello que sucede en el cómic, duraría unos 45 minutos. Por eso, se le sobre-agrega una historia nueva que nos presenta a Batgirl en todo su esplendor. Una poco inspirada historia genérica de mafiosos protagonizada por ella que tiene como objetivo el mostrarnos como es su vida, su personalidad y sus motivaciones. Y por supuesto, cuál es su relación con Batman, un maestro por el cual siente una suerte de amor platónico. Entonces acá empieza el problema. El desafío de representar bien la historia original, sumado a ajustarse al estándar cinematográfico de duración y al entretenimiento para propios y extraños que esto representa, hace que la historia quede algo dispersa. Por una parte, Batgirl; por otra parte: el Joker. Y ésta que, supuestamente debería ser la historia fundacional del Joker, lo vuelve un personaje secundario, prácticamente. Sí, un personaje secundario en su propia película. Toda su esencia está ahí, pero algunos detalles fundamentales de la obra original, no. Sumados a la dispersión que comentábamos, la historia pierde fuerza y resulta menos impactante de lo esperable. Es decir: casi todos los hechos de The Killing Joke, están ahí. Pero la exigencia por mantener la cinta en un metraje de 72 minutos hace que se haya dejado de lado el tiempo magro que la obra demandase y que el sobre-agregado que se hace, corre el foco de atención de El Joker a Batgirl. Batgirl A pesar de esto, la película funciona. La cruel historia de origen del Joker ahí está, descrita al pie de la letra y podemos enterarnos en la forma cómo fue convirtiendo en quien es ahora. Obviamente, tenemos a Batman correteando por ahí y dándole unas buenas trompadas a bandas de mafiosos, entre que dialoga con el Joker, con Batgirl y con Jim Gordon. Entonces los pequeños detalles tal vez no sean tan determinantes para el espectador menos experimentado. Ahora bien, para la base de fanáticos que nombrábamos al principio, puede que sí. Ellos notarán un poco mejor, como la fuerza dramática de la obra original se pierde en el humo de una película que intenta sumar una historia extra para alargar su metraje en lugar de complejizar y/o tocar demasiado lo que ya estaba escrito en las historietas, por mero respeto artístico. Párrafo aparte para una situación que va a resultar en una gran polémica para el espectador, en relación a lo que hace al espíritu de un personaje como Batman. Este hecho puede llegar a condicionar toda la película en sí y la va a hacer que sea recordada por esto. Una situación que no puedo contar acá, para no arruinarles la sorpresa. En conclusión: Batman: La Broma Mortal es una película que funciona, contando lo que quiere contar y respetando en gran medida la obra en la que se basa. Pero con decisiones editoriales que dejan detalles fundamentales por fuera, un mayor nivel de dispersión y una prótesis narrativa que no resulta natural, pierde potencia y no logra alcanzar el tenor dramático que uno podría esperar, de una historia tan fuerte como ésta.
La sinfónica de Steve Jobs Cínico, obsesivo, egocéntrico, visionario y megalomano. Sí, se trata de Steve Jobs “de punta a punta” (como él hubiese querido, según sus criterios de compatibilidad de software a la hora de lanzar productos al mercado) comiéndose una película hecha a su medida, que lo muestra tal cual fue, aunque vigorizado por la espectacularidad y precisión concentrada que una superproducción hollywoodense puede brindar. La antesala a sus presentaciones más famosas en materia de computadoras para uso hogareño (que terminasen dándonos aquellas imágenes que mas recordamos de él, por ejemplo usando esas horrendas poleras de cuello de tortuga) es el disparador para mostrar de manera extrema su meticulosa y obsesiva personalidad que lo hacía preocuparse hasta por el más mínimo detalle, su cinismo a la hora de convertirse en un visionario que iba más allá de todo incluso cuando todas las señales le indicasen que estaba equivocado y cómo, este estilo de actitudes entorpecía sus relaciones interpersonales, especialmente la que mantenía con su hija, Lisa. Resulta que al bueno de Steve, en las presentaciones se le juntaba el ganado y cual fantasmas de las navidades pasadas, presentes y futuras, era interpelado por los personajes que lo rodeaban y presionado para dar explicaciones aunque en general, saliendo indemne gracias a su férreo apego a la lógica y a su singular y pretenciosa cosmovisión. Cosmovisión qué pasional, lo llevaba a ser meticuloso hasta el ultimo detalle alcanzando el pináculo, en cada presentación publica de sus creaciones. Su visión de entender a la informática como una obra de arte renacentista capaz de cambiar el mundo, sus ganas de que este nuevo mundo sea tal cual el lo imaginó y no una versión pauperizada que podrían ofrecer sus competidores, los cuestionamientos respecto a su real talento y su intención de convertir a las computadoras en accesibles para ser usadas de manera intuitiva por cualquier persona, son temas que también se presentaran de manera explicita, a lo largo de la película. Sin embargo el tema que resultará más interesante en la obra es la relación que mantiene con su hija y la pregunta por la compatibilidad que debiera existir entre el genio creador multimillonario y el hombre común incapaz de mantener una relación mas o menos normal con quien debiese ser la persona más importante de su vida. Article Lead - wide1000162504gi32y8image.related.articleLeadwide.729x410.gjgybs.png1441862319429.jpg-620x349 La sinfónica de Danny Boyle La mano de Danny Boyle (Trainspotting, Slumdog Millionaire, 127 horas) se nota desde la primera escena y su narrativa no baja nunca el ritmo ni da respiro hasta el final. Ritmo qué veloz, se amalgama de manera muy interesante con los abundantes diálogos del guión. Básicamente se trata de una obra de teatro (pocas locaciones, no tantos personajes y muchos diálogos) con una dinámica de película de acción. El director maneja los hilos armoniosamente y la musicalización sutil, de orquesta sinfónica, enmarca de manera magistral el recorrido de la historia. El guión (basado en el libro “Steve Jobs” de Walter Isaacson) escrito por Aaron Sorkin es preciso e inteligente. Como indicamos, tomar de disparador las presentaciones qué estresantes, sacaban lo mejor y lo peor de Jobs simultáneamente y usarlas para mediante contundentes diálogos condensar y explicar la vida del sujeto, es una decisión acertada y no tan fácil de llevar a cabo. Parecía una obviedad convocar al guionista de Red Social (la historia de Mark Zuckerberg, el creador de Facebook) para escribir la historia de un programador multimillonario y que otra vez, esta resultase entretenida. En este caso la jugada salió bien. Párrafo aparte para el elenco actoral. Michael Fassbender está a la altura del difícil desafío y es amo y señor de la escena, como podría esperarse para una película que basada en un personaje en particular, lo tiene en pantalla todo el tiempo exigiéndole mostrar todas sus defectuosas facetas, además de intercarlas entre sí. Puntualmente el papel de Kate Winslet como asistente de Steve es tan fundamental como descollante y es el que al final del día resulta mas impresionante. También el de Jeff Daniels como empresario de Apple que con menos tiempo, logra destacarse con gran importancia. No siempre reunir a un dream team para una superproducción hollywoodense, resulta bien. Esta vez el resultado fue más que satisfactorio. Considerando el physique du rol de los interpretes, la dinámica sostenida y siempre veloz de la narrativa elegida para el film y la precisión de los diálogos para que todo lo referido al personaje de Jobs cuadre a la perfección, se da el axioma que determina que “decir que una película está basada en hechos reales es afirmar que pasó mas o menos así pero con gente fea”. En verdad no hay que esperar ver una pelicula que tenga un gran compromiso con el realismo y una adecuación exacta a como fueron los hechos. Los hechos están y son narrados pero de modo hollywoodense y abrazándose a la idea de realizarse como mera ficción, sin temerle a la espectacularidad. Y eso también, está bien. Termina siendo una buena elección y nos hace pensar que la diferencia entre los hechos reales y el ritmo de la película, es tan grande como la existente entre el físico de Steve Jobs y el de Michael Fassbender. Por ultimo, tampoco tendremos que esperar de la misma, una gran intencionalidad didáctica que nos expliqué paso a paso como fue la carrera del hombre: esta estará enfocada más bien, a contarnos la extraordinaria personalidad del personaje en sí. Ante una pregunta tácitamente formulada que en algún modo sobrevolaba en torno a las expectativas previas que generaba la producción de la película en sí, la respuesta es:”Sí”. Esta es la película sobre Steve Jobs que nos merecemos tener.
Liberando la razón Difícil tarea la de definir una película tan simple como Koan. Vale aclarar: muy simple su historia y de narrativa cansina pero siempre presentando momentos pretendidamente profundos. Empecemos por el principio. Se nos señala que “Un Koan en la tradición Zen, es un problema que el maestro plantea al discípulo para comprobar su progreso. El alumno debe desligarse del pensamiento racional y aumentar su nivel de conciencia para intuir lo que en realidad le está preguntando el maestro”. Debido a esta filosofía, toda la trama se va a desarrollar en bellos paisajes del sur de nuestro país (Lago Pueblo de la provincia de Chubut, para ser mas precisos) y un puñado de personajes motorizará con pocas palabras (porque en general en toda la anécdota se esgrimen poquísimas palabras) una historia de frustraciones y aprendizajes mutuos entre un maestro y sus discípulos que por separado, acuden a él buscando algo similar a una cura. Lao es una maestro sanador, Olkar un fotógrafo que acude a él para ahondando en su espíritu, poder “escuchar la imaginación del universo y hacerla imagen” y Minervina, una joven que busca en el maestro una cura para su enfermedad de nacimiento (la cual le trae problemas psicomotrices como por ejemplo la incapacidad parcial, de poder caminar). Olkar se verá muy sorprendido cuando al conocer al maestro, vea que físicamente es su doble idéntico, a pesar de no tener ningún lazo sanguíneo con él. El conflicto está en manos de esta tríada que se ve en falta al no poder conseguir lo que fueron a buscar ni lo que están preparados para dar. Asimismo, el enriquecimiento colectivo estará en la búsqueda introspectiva que comulgando entre congéneres se volverá propensa para dar sus frutos. “Escuchar la imaginación del universo y hacerla imagen” es el objetivo espiritual de Olkar y de algún modo, el subtítulo que se posa sobre la película. De alguna manera, ambos resultan extremadamente pretenciosos, quedándose cortos, fallando en el intento. La obra intenta ser introspectiva y llamar a la reflexión del espectador apelando a su más íntima y despojada sensibilidad pero siempre fuera de foco, se pierde en la búsqueda que propone, disipando el interés de la audiencia en cada toma. El paso cansino de la narrativa desnaturaliza en algún modo la relajación espiritual que el contexto pareciera querer propiciar. Las transiciones son lentas y el relato estanco, debido a la elección del tipo de planos, cortos en general. Las pobres actuaciones no colaboran, desnaturalizando los de por sí ya simples y adecuados diálogos. Ni siquiera la belleza de las locaciones se puede destacar demasiado, subsumida a una fotografía que apenas la sabe aprovechar en un par de oportunidades. El asunto total aparenta ser insustancial y se vuelve algo denso, incluso en sus breves 69 minutos de duración. Resulta antipático el lugar de criticar con dureza a una bienintencionada película que se jacta por ser de “autor” (o dupla autoral en este caso) arriesgada, desafiante y para nada convencional. Por eso personalizo y relativizo mi opinión: no me he sentido motivado para recoger el guante que Koan me ofreció, sintiendo que estuvo lejos de (como puntualiza en uno de sus diálogos) estimular el surgimiento de"el idioma del inconsciente". Cada espectador verá, como se siente con el dialecto que habla la película en sí.
Colisiones sorpresivas Empecemos por relajarnos y repasemos el flashero argumento de Operación Ultra: Mike (Jesse Eisenberg) es un hombre con una vida muy simple, circunscrita básicamente al amor incondicional que siente por su novia Phoebe (Kristen Stewart). Con un humildísimo porvenir financiero e inseguridades varias por tratarse de un junkie (léase: adicto a la marihuana), sus preocupaciones pasan únicamente por tratar de hacerla feliz. Sin embargo, todo su pequeño mundo cambia repentinamente cuando se ve envuelto en el tironeo de poder interno de una operación entre agentes secretos que lo activan prematuramente, ya que él era una célula durmiente. La película entonces, versa básicamente sobre esto: ver como una parejita de amantes que escapa de una banda de sicarios que quiere asesinarlos, reacciona con inocencia y respuestas absurdas frente a la situación límite, generando mucha ternura y alguna que otra sonrisa. Una situación de huida que cada tanto mete un freno, y muestra como Mike enfrenta a los sicarios -unos malos muy malos cuya apariencia desde la actitud y el sentido estético, resulta uno de los puntos más logrados de la película- al transformarse en una verdadera máquina de matar y a sus escenas en una suerte de catálogo extenso sobre como matar sin armas, o mejor dicho: como matar convirtiendo cualquier objeto en un arma. Un guión muy sencillo -con un par de giros argumentales interesantes- con una narrativa que combina escenas de amor y ternura, con otras de super-acción pochoclera, y debido a esto, la historia por momentos pierde cierta fluidez debido a su brusquedad. Otra cosa a criticar es que el cariño expreso de ambos simpáticos protagonistas, a veces puede resultar repetitivo. Cuestiones puntillosas que debemos mencionar pero que no dañan la película ya que a pesar de ellas, ésta funciona. Operación Ultra se sostiene en las buenas intenciones de su guión, que intenta que dos mundos colisionen: el de la marginalidad y la vida poco pretenciosa más allá del pequeño porro de cada día con, el del mundo de super-agentes top secret que con sus inmaculadas tomas de combate hacen de la perfección, un hábito esperable. Párrafo aparte para las escenas de acción qué, muy logradas y con algo de gore en sus entrañas, son otro punto fuerte a tener en cuenta y recuerdan a las que pudimos ver en películas como Kick Ass (2010) y Kingsman: The Secret Service (2014). El tren de influencias no se agota en esas dos producciones dirigidas por Mathew Vaughn, sino que podría también apoyarse en los hombros de las Duro De Matar (1988 y siguientes), por su categoría de hombre sólo perseguido, contra el resto del mundo. Pero la mayor cercanía la encontré en una película dirigida por James Gunn; Super (2010), ya que la violencia extrema deja su paso a altas dosis de inocencia y ternura marginal para de nuevo irrumpir con fuerza, si es necesario. Si bien las historias son muy distintas, existen grandes similitudes entre los espíritus de ambas películas. Operación Ultra resulta un entretenido mix entre la ternura que parte de la inocencia disfuncional y convertirse luego en chiste, para provocar una sonrisa, con una gran dosis de acción pochoclera bien funcional.
Si uno está interesado en la educación formal tradicional y se asoma apenas a observarla por un instante, bastará con un poco de intuición y mera presencia, para verse avasallado con los problemas que existen en la institución como tal y específicamente, en la educación formal argentina. Ahora bien, si uno se interesa en la temática y de repente siente curiosidad por ir a ver el documental Después de Sarmiento, ¿con que se va a encontrar? ¿ Qué factor diferencial va a hacer de esta película, algo especialmente interesante para ver? La respuesta es: un primer plano extremo y la historia contada desde adentro. Sin narradores ni bajadas de línea explícitas: la educación desde adentro. Desde adentro de las aulas. Aulas adentro La acción se desarrolla en el Colegio estatal Nº2 Domingo Faustino Sarmiento, siendo éste testigo y protagonista de lo que pasa dentro de su sistema, fantasma de lo que debería ser. Pero la pregunta que se hace el filme carente de cualquier clase de moralismos y sólo motivado por sus ganas de abrir el juego a complejizar problemáticas que no son nada simples desde el vamos, es ¿deberían ser así las cosas?. Es decir, ¿sirven los métodos tradicionales de enseñanza? ¿Debería aggionarse la escuela a los tiempos que corren, en donde además de su desafío pedagógico histórico, se encuentra con la problemática de comprender la complejidad con la que vienen estudiantes de sectores socialmente vulnerables?. O como bien marca su sinopsis: ¿La escuela actual cumple el rol de integrar a los excluídos del sistema? Toda la esencia de esta reflexión filosófica se ve en la lucha que parecen mantener a puro pulmón y con limitados recursos los docentes que intentan expandir la idea en sus estudiantes, motivándolos a generar experiencias creativas y a organizarse políticamente en un centro de estudiantes. Experiencias creativas relacionadas a reforzar herramientas simbólicas para comprender mejor el lugar del otro, cercano y ajeno. Y por ende su rol pasado, presente y futuro en la sociedad, preguntándose por ejemplo ¿por que un joven sale a robar?. Por otro lado, está el tema del centro de estudiantes, un centro fragmentado y en donde late más fuerte la división existente entre los turnos mañana y tarde, en los que las diferencias resultan un escollo a la hora de unirse y formar un núcleo duro que los represente. Y es que a lo largo de toda la historia también está presente el tema de la división interna del “a la mañana y a la tarde, son dos escuelas totalmente diferentes” que sumado a la base del “esta escuela no le interesa a nadie” se convierte en una problemática siempre dura de afrontar. Sarmiento, del guardapolvo blanco a la gorrita con visera. Sarmiento, del guardapolvo blanco a la gorrita con visera. Lo mas interesante de la película pasa por los estudiantes. Los primeros planos y el estilo docureality con el que se captan las escenas, favorecen el acercamiento a las ocurrencias siempre simpáticas, refrescantes y enriquecedoras de los chicos. Una narrativa que con tanto nivel de cercanía a esas historias mínimas logra avivar la atención del espectador en aquellos momentos en los que fluye la química creada por los alumnos en las aulas. Quizás el punto flojo de la cinta pase por el otro filo de la misma espada: el estilo narrativo totalmente despojado de direcciones explícitas vuelve difusa la trama, disipando la consistencia de la misma volviendo por momentos confuso su rumbo, desalentando la atención del espectador. Problema de importancia relativa si tenemos en cuenta la duración de 73 minutos del sucinto rollo. Después De Sarmiento termina siendo una buena opción para aquellos interesados en la temática educativa que quieran percibir su estado actual desde adentro, con situaciones en su estado más puro, narrados desde un punto de vista siempre en primer plano y tratando de abrir el juego a que los chicos puedan proyectar un más allá, para ver un panorama más amplio que el que les imponen los limites protectores de sus gorritas con visera.
Relato de una reconstrucción Mil veces buenas noches nos cuenta la historia de Rebbecca, (Juliette Binoche) prestigiosa fotógrafa especializada en conflictos bélicos tercermundistas que luego de un accidente, se ve obligada a regresar a casa para enfrentarse al más estresante de los conflictos: el concerniente a sí misma, en relación a su familia. La historia en sí, trata sobre un proceso de reinserción familiar y la búsqueda del equilibrio por parte de una mujer que apasionada por su carrera, ha tendido a descuidar a su familia, siempre dejándola en un segundo plano. Presente en los conflictos pero sin ser partícipe de los mismos, cumpliendo su rol de periodista, retratando la crudeza de las situaciones, el primer giro narrativo se da cuando no resiste la tensión y decide avisarle a un grupo de gente inocente, sobre el estallido de una bomba a plena luz del día. Eso la hará regresar a su casa y en medio del trauma, vérselas con el desafío de intentar encajar en una familia compuesta por: un marido exhausto de sus desapariciones por meses debido a sus viajes y al hecho de preocuparse por ella y su probable no retorno y un par de hijas que acostumbradas a la situación, tienden a extrañarla (en todos los sentidos que adquiere el término, más allá del popular adscrito a lo puramente afectivo). Dañada por la situación de no-lugar al que se encuentra panópticamente sujetada, tratará de hacer equilibrio intentando renovar buenas migas con su esposo Marcos (Nikolaj Coster-Waldau) -biólogo marino que por definición parecería sentirse incómodo con el espíritu aventurero de su pareja- y conseguir una conexión fuerte con su hija adolescente, Steph (Lauryn Canny) mientras termina de decidir, como va a continuar conciliando a su carrera con su familia. Se destaca la actuación de Juliette Binoche, ya que en algún punto la película parece estar hecha a su medida. Casi siempre tomándola de referencia y con su punto de vista como central, ya que abundan los primeros planos que la tocan de cerca, mostrando sus expresiones de mujer emocionalmente afectada. También un detalle muy positivo a tener en cuenta, son las transiciones de escenas que transmutando entre diversas situaciones, resultan muy originales e interesantes. Todo esto apoyado en una fotografía que (no podía ser de otra manera) es impecable. El punto flojo tal vez resulte que en todo ese intento de mostrar la desidia de la situación, el espíritu dramático del filme por momentos parece estirarse por demás, dejando la sensación de que la historia podría haberse recortado un poco, prescindiendo de algunos de sus 117 minutos, dándole más contundencia a la historia en sí. En fín, Mil Veces Buenas Noches termina siendo una historia sobre las pasiones y como lograr en el medio social, la coexistencia pacífica entre la carrera y la familia: el intento por lograr el equilibrio y la inserción mutua, entre tan diversos puntales de la vida.
En el contexto histórico de “la Alemania nazi de Abril de 1945, invadida por el ejército de aliados que está a días de ponerle fin a la segunda guerra mundial” el argumento de Fury podría resumirse en este dialogo entre el experimentado capitán de una cuadrilla y su joven recluta a cargo: – “Tenía el mejor artillero de proa del noveno ejército. Y ahora te tengo a ti. Me prometí a mi tripulación mantenerlos vivos. Me lo estás impidiendo. -Perdóneme. Me entrenaron para escribir sesenta palabras por minuto. No me entrenaron para ametrallar cadáveres.” Ah! Todo esto dentro de un tanque de guerra, claro. Con Brad Pitt (con un look que deliberado o no, es ineludible referencia al de Aldo “El Apache” Raine de la genial Bastardos Sin Gloria) en el papel del capitán Don Collier, Fury es una película sobre Tanques. O al menos debería considerársela como tal ya que sale ganando con esta denominación mientras que le quedaría grande encuadrarla dentro del género bélico. Y es que esa suerte de evolución personal por la que pasa nuestro joven héroe Norman Ellison (interpretado por Logan Lerman) es llevada a cabo con dispar suerte a lo largo del relato, mientras que el punto fuerte de la película, terminan siendo los enfrentamientos a bordo de tanques. La guerra es dura y Collier (capitán del tanque bautizado Fury) es fiel representante de esto, mientras que Norman en su rol de rookie se ve asqueado y temeroso frente a su crudeza, sirviendo de un modo algo literal, como un contrapunto que resalta lo antinatural y lúgubre de este medioambiente en estado de emergencia. El tema es que esta conflictiva es manejada de un modo algo vulgar generando cierta inconsistencia narrativa que vuelve al film algo pesado y excesivamente largo en sus 2:10 hs de duración. Y es que en una película clásicamente “bélica” encuadrada en el contexto histórico de un momento tan importante para la historia de la humanidad, hay que tener una sensibilidad muy afinada para poder retratar la crudeza de la guerra sin recaer en el culebrón o en la vulgaridad. Entonces, si bien la falta de pulso de David Ayer a la hora de dirigir el proyecto no es tan notoria, hay que señalar que la película por momentos exagera situaciones de alto contenido emocional haciéndolos parecer salidos de la mente de algún orgulloso militar, asiduo votante del republicanismo. Asimismo, el film incluye altas dosis de gore: violencia sin sentido que parece agregada más para dar un golpe de efecto en la cara y probar un punto, que para retratar una situación particular, quedando por ejemplo a años luz de aquel (necesariamente) violento desembarco en Normandía tan bien retratado en Rescatando al Soldado Ryan o de las escenas exageradamente sangrientas pero a favor de la belleza estética narrativa que podemos ver en la ya nombrada Bastardos Sin Gloria. Pero como dijimos antes, el punto fuerte de la película está los combates con tanques. Como si fuese el sueño realizado de los fanáticos del Battle City (videojuego ancestral, creado en 1985) lo más interesante pasa por las secuencias de acción a bordo de los tanques. Interesante desde el punto de vista histórico, ver qué papel juegan estos en batalla y de qué modo van llevando a cabo su estrategia. Y por supuesto, desde el punto de vista pochoclero, ya que bien manejadas las escenas de acción, resultan de lo más entrenido. Eso sí, raros resultan los disparos, que licencia poética mediante, son graficados como si fueran coloridos rayos laser salidos de Star Wars, en una arriesgada e interesante apuesta que finalmente no llega a destino, no aportando nada bueno o malo al desarrollo de las escenas. Fury-2 En fin, Fury resulta ser una película inconsistente en su narrativa, resultando algo larga en duración y carente de sutileza a la hora de tocar los aspectos emocionales de sus personajes protagónicos. Asimismo, sus escenas de acción son lo más entretenido y original que tiene para ofrecer y aparentemente lo que se adecuaba mejor al estilo de su director.