Corralón

Crítica de Martín Miguel Pereira - CineramaPlus+

UNA HISTORIA SIN FINAL

Corralón se inscribe en los intersticios de lo que fue el Nuevo Cine Argentino (que en realidad ya era el Nuevo Nuevo) de comienzos de siglo XXI y un cine preciosista, casi publicitario. La elección del blanco y negro (que en algún momento fue una decisión ineludible debido a la imposibilidad económica de filmar en color), la temática de las condiciones de vida y trabajo de las clases medias bajas y bajas, y la geografía en donde está ambientada la historia (el conurbano bonaerense), nos remite a esa nueva generación de cineastas que tenían algo nuevo para decir sobre esa paupérrima realidad que vivía el país “post-menemista”. Pero por otro lado, aquí no se ve el grano, todo es muy límpido, muy cuidado, demasiado bien fotografiado; eso le da un tinte de publicidad, si no fuera porque muchos de los ambientes que se filman son de una gran precariedad. Podemos decir, entonces, que roza lo abyecto; la pobreza parece menos pobre o, quizás, más “estética” filmada así. Como en aquella viñeta de Mafalda en la que se le desgarra el corazón al ver una casucha pobre desde el tren y dice “qué ranchito miserable”, a lo que un hombre “bien” la corrige: “pintoresco, nena, pintoresco”.

El uso de ralentis, que al comienzo nos recuerdan a Bolivia de Caetano, se repite y conforma una estructura narrativa de elipsis. Esos cortes quitan dinamismo a la narración y parecen injertados por la imposibilidad de generar una continuidad del relato. Lo más interesante en cuanto a la puesta en escena se produce en los primeros minutos por el uso de un tipo de angulación y movimientos de cámara documentales que ayuda a introducirnos en el universo de los personajes. A su vez, la alternancia de los planos cercanos, que captan personas y los planos generales, hechos con drone que nos muestran la ciudad y sigue al camión del protagonista, nos dan la sensación de que a pesar del caos que experimentamos y vemos existe una estructura, un cierto orden que no siempre alcanzamos a distinguir.

La trama de la película es bastante simple, como la psicología de sus personajes chatos, sin mucha profundidad. No se ve una reflexión sobre las acciones de cada uno y el final sólo refuerza esas carencias. Existen distintos tipos de finales: los clásicos, cerrados, conclusivos; los ambiguos y los abiertos. El final de Corralón no podemos inscribirlo dentro de ninguno de estos tres. Claramente no es conclusivo, pero tampoco podemos encuadrarlo en los otros. Es un no-final, no sabemos si hay una circularidad, si hay un cierre (por más encriptado que sea) o si debemos cuestionarnos qué pasará. La dificultad en cerrar la historia desnuda las carencias del guión de todo el metraje.

Por Martín Miguel Pereira
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