Gente que se lleva mal
Luciano Cáceres protagoniza este filme independiente.
Juan e Ismael trabajan en un corralón de materiales, uno maneja el camión en las entregas y el otro carga las bolsas. Sus vidas son chatas, y sus comentarios –soeces, sobre sexo y otro asuntos- resultan tan rutinarias como sus existencias. Hasta que se cruzan mal con una pareja de otra clase social y se activa un conflicto.
La película de Eduardo Pinto (director de Palermo Hollywood) comienza como paneando en las vidas de los personajes, precisamente hasta que una doble afrenta genera una reacción de parte de los protagonistas. Que no adelantaremos, pero tiene que ver con sentirse ultrajados, denostados, y que deriva en situaciones que merodean la venganza y cierto morbo.
Luciano Cáceres nos tiene acostumbrados a personajes en los que campea la sordidez, aunque aquí le falte sustento. Rodada en Moreno en pocas jornadas –sin un guión terminado y adaptándose a las improvisaciones de los actores, según de dio a entender- por allí, tal vez, esté el quid de la cuestión.
Porque hay suspenso, sí, ya que las actitudes son bastante imprevisibles, pero no se sabe hacia dónde se va.