Denuncia con humor
Se sabe que trabajar en un call center tiene sus desventajas. Contratos cortos, salarios pobres, exigencias desmedidas, maltrato de gente que supone que la categoría de cliente da vía libre al reclamo ilimitado... ¿Hay algún telemarketer que no haya sufrido ese tipo de experiencias ingratas? Producido por el colectivo militante Cine Ojo Obrero, vinculado al Partido Obrero -que ha tenido mucho que ver con la necesaria organización gremial de los trabajadores del sector- este documental es útil para conocer de primera mano cómo es ese universo plagado de miserias laborales, frustraciones y verdugos.
La película incluye un breve segmento de animación y una dramatización del funcionamiento de un call center en tono de comedia que es su flanco más débil, pero aprovecha bien un recurso simple para revelar con crudeza el funcionamiento de esa industria: la contraposición entre las declaraciones de un grupo de ex empleados y las directivas que gélidos y desprejuiciados representantes de empresas de "recursos humanos" reparten en distintos congresos para adoctrinar a quienes deberán controlar a trabajadores por lo general muy jóvenes, capacitados a las apuradas y, sobre todo, precarizados. El registro de esos consejos útiles para "aumentar la productividad" provoca escalofríos. Personajes que, sin inmutarse, califican los convenios de trabajo como "una cosa del siglo XX", piden "exterminar a los resistentes" (aquellos que se rebelan ante la explotación), los califica como "desgraciados" y no tiene empacho en admitir que "evitar siempre mayores costos" es un objetivo irrenunciable, sin reparar en los medios para conseguirlo.
En este panorama desolador, muchas provincias argentinas compiten ofreciendo cada vez más exenciones impositivas a las empresas del sector, con la idea de "atraer capitales". Es decir, es el propio Estado el que avala prácticas completamente retrógradas e incluso hace la vista gorda ante la persecución a los que se animan a ponerse de acuerdo para protestar. Vale la pena ver esta película y después pensar dos veces cómo vamos a tratar al próximo telemarketer con el que nos comuniquemos.