Los terceros en discordia
Una de las herencias socioeconómicas de los noventa, sin lugar a dudas, ha sido la flexibilización laboral. Fenómeno que con el correr de las décadas sumó diferentes variables como la precarización, el empleo en negro y el auge de trabajos de explotación, entre ellos el de telemarketing o su cara más reconocible: los call centers.
En primera instancia, estos reductos de jóvenes en busca de primeros empleos o de personas que por diferentes motivos quedan al margen del sistema de mercado, por no cumplir los requisitos de edad o de capacitación para otro tipo de trabajos, representan literalmente escenarios donde grandes empresas tercerizan la actividad laboral a partir de la incorporación de recetas del extranjero y tecnología para llevar a cabo, en poco tiempo, fabulosos negocios sin riesgo de sindicalización de su mano de obra, entre otras irregularidades.
Así las cosas, el documental Córtenla, una película sobre call centers intenta, desde sus fines informativos, entregar al espectador un abanico de actores y variables que atraviesan el universo de esta actividad que sobrevive a las condiciones de un mercado laboral cambiante como el de Argentina. El foco elegido se concentra en testimonios de trabajadores que comparten sus nefastas experiencias y desnudan los aspectos invisibles de la precarización laboral, a la que se suma la representación -en tono irónico- en el terreno de la ficción acerca del microclima de un call center.
Para escuchar al otro bando, el realizador Ale Cohen y su equipo organiza un discurso muy crítico y denuncia las intenciones de los consultores externos o empresarios a partir de las imágenes de un seminario en la ciudad de Córdoba.
Los rostros de diferentes personas, que representan los intereses inescrupulosos de entes multinacionales sin rostro, aparecen durante distintas exposiciones frente a un auditorio en un discurso sobre la maximización económica que pregona como herramienta de productividad la explotación de los trabajadores, la mayoría jóvenes.
En términos formales, debe argumentarse que la propuesta de Cohen funcionaría mejor en la televisión que en el formato cinematográfico, así como su mirada condicionada hacia un único aspecto de una realidad mucho más compleja, de acuerdo a la dinámica entre lo que Marx definiría como lucha de clases y que hoy se ajusta a distintas perspectivas sociales, aunque eso no significa que el planteo reivindicatorio sea innecesario.