Cuanto me cuesta amarte
Anna está casada, tiene un trabajo estable de contadora con ingresos medios, su marido Alessio trabaja en un negocio de valijas, son una pareja de clase media sin nada extraordinario: compran, pagan, trabajan, pagan. Los fines de semana visitan la familia, recorren los centros comerciales buscando un nuevo accesorio para agregar a su casa y a sus vidas, para sentirse más “cómodos”, los siguientes 20 años seguirán pagando la hipoteca del departamento pero tienen una vida estable, una rutina fija y monótona. Domenico tiene mujer y dos hijos, un trabajo precario, no es profesional, no sabe como llegar a fin de mes sin tener un ataque de nervios por stress familiar, para pagar sus deudas, cumplir con su rol paterno y pagar las clases de ballet de su niña.
En una gran ciudad italiana en la cual la crisis económica es evidente, Anna y Domenico se conocen de casualidad, se enredan casi a la fuerza para escapar de la rutina y ahí quedan atrapados entre y el ideal de familia y matrimonio que están destruyendo y sus verdaderos deseos. Íntima y despojada, la película muestra las dificultades de sus protagonistas para concretar sus encuentros, las confusiones entre los dos amantes, los engaños a sus respectivas parejas y la tácita aceptación de la traición por parte de estos.
Su director, Silvio Soldini, fue conocido por películas como Giorni e nuvole, Agata e la tempesta, Brucio nel vento, o Pane e tulipani. Esta última, al igual que su última película, fue otra coproducción Italia-Suiza que contó con la actuación de Bruno Ganz y que también tenía como argumento principal las relaciones de pareja y el amor fuera del matrimonio, temáticas recurrentes en su filmografía.
En Cosa voglio di più, la fuente de inspiración para Soldini surgió del relato de una amiga que estaba viviendo una relación extramatrimonial y del deseo del director de retratar la simple cotidianeidad de las personas. Esto aflorará en la cantidad de detalles a simple vista triviales como la rutina de desmaquillarse de Anna, los precios de los productos, las ofertas, el costo del albergue transitorio y la dificultad para afrontar este gasto. La realización del amor o al menos de los encuentros pasionales de ambos se verán limitados por un mundo en el cual para ser libre hay que tener dinero y los pobres o la gente de clase media no puede ni siquiera permitirse el divorcio.