Una de pasión desenfrenada
Silvio Soldini retoma temas comunes a sus mejores películas, como la soledad, pero esta vez al filme le falta sustancia.
Si la situación no es novedosa, el reflejo en la pantalla, tampoco. Sólo queda por saber cuál será el desenlace que Silvio Soldini, el eficaz e incisivo realizador de Pan y tulipanes y Sonrisas y lágrimas le da a esta historia de dos amantes que engañan a sus respectivas parejas.
En principio Anna y Domenico no tienen nada en común -como tampoco Anna con su esposo Alessio, ni Domenico con su mujer Miriam-, pero poco a poco los encuentros “casuales” entre la empleada de una empresa de seguros y un mozo que se conocen en una fiesta son más frecuentes, y la pasión se enciende.
El título original, que se mantiene en su estreno local, se toma de un diálogo entre Anna y Domenico, plácidamente sentados en un restaurante. “Lo que más me gusta -dice ella, tras la pregunta de él, y enumerar alguna comida- sos vos”. Ante la misma cuestión, él le responde “tus manos acariciándome, estar bajo el agua, tu cara cuando llegás al clímax...” y se lamenta por no haberla encontrado antes.
Es que Cosa voglio di piú tiene dos protagonistas que deambulan por una vida tranquila y a los que la rutina los cansa. Cada uno tendrá -y ofertará al otro, llegado el momento- una salida o solución a la situación que viven.
Los tópicos de la película son similares a los anteriores filmes de Soldini -la crítica situación social y la falta de trabajo, pero también el temor a relacionarse en serio con quien se comparte la vida, o la soledad-, pero esta vez le falta más sustancia a la historia, que recorre lugares comunes al género, como las peleas entre los amantes y la infinidad de puertas que se abren de los departamentos luego de sus encuentros, con los infieles temiendo que los descubran.
Y es que si los personajes protagónicos no ofrecen mucha tela para cortar, los esposos engañados, menos, en especial Miriam (Teresa Saponangelo, que se las tiene que ver con la mujer traicionada y madre de hijos gritones).
Hay personajes satélites (Bruno y su esposa, Bianca, amigos de Anna y Alessio) que ayudan a descargar muchos de los abundantes diálogos. Alba Rohrwacher y Pierfrancesco Favino dan todo de sí, pero queda la impresión de que un montaje más preciso hubiera ayudado, amén de un guión menos esquemático, para que la película nos hubiera gustado más...