La propuesta tuvo el mejor debut para una realizadora femenina del otro lado de la cordillera. Una fórmula efectiva, actores populares, humor, que viabilizó uno de los éxitos del reciente cine chileno apoyándose en trazos gruesos, humor negro y, principalmente, un tufillo a viejo que atrasa, principalmente en cuestiones asociadas a conquistas de género en todos los sentidos. Su premisa de “hay que cambiar al gay”, y expresiones machistas como “las mujeres hoy en día están demasiado empoderadas y eso es peligroso”, “quiero curarlo, quiero que vuelva a ser normal” atraviesan el relato sin terminar de despertar, siquiera, una sonrisa.