Cosmopolis

Crítica de Fernando Iannantuono - Cine crítico

El viaje a casa

Al igual que a principio del año, Cronenberg vuelve a estrenar una película de ritmo pausado con diálogos complejos y perturbadores. En este caso, nos encontramos ante una historia intrigante sobre un financista muy exitoso que prácticamente vive en su limusina llena de exesos y a pesar de haber recibido una amenaza de muerte, decide cruzar la convulsionada ciudad de un extremo a otro para recibir un nuevo corte de pelo. Una película apasionante que exige al máximo al espectador, pero que por varios pasajes se mete en lagunas vacías de sentido.

Lo primero que uno debe saber, es que se encuentra ante una película sobre un viaje. Un recorrido por el cual el protagonista pasará de un estado a otro. Lo que en un principio se puede observar como un capricho (cortarse al pelo), a medida que la historia avance cada vez más irá resignificandose en algo mayor y más complejo. Ir a la peluquería será un retorno a la realidad, a su infancia y a su parte más humana. Parker, el protagonista, es una persona que a perdido conexión con el mundo. Vive en una abstracción de la realidad la cual en cierto sentido lo limita pero le da poder ilimitado. Su habilidad única para los negocios lo ha convertido en alguien inalcanzable por sus pares. Único. Sin embargo, tal abstracción trae sus consecuencias, como tener una poco sana rutina de tener un chequeo médico completo todos los días.

La película puede verse como una crítica al sistema capitalista, pero en realidad es más una visión mucho más intimista sobre los lideres de este sistema. A través de toda la historia uno podrá observar como ciertas apreciaciones giran en torno a su conducta, personalidad y ambiciones. En este caso, Parker será el espécimen a observar y en él encontraremos la máxima enajenación con el mundo. Toda su existencia se encuentra en una limusina de lujo que navega en solitario por un mar caótico e inmundo. Ese automóvil blindado donde sus tripulantes pueden ignorar al exterior. Un lugar donde pantallas llenas de números son la realidad y toda conexión con la misma se deriva a analizar o teorizar sobre su comportamiento para luego sacar su mejor rédito.

Continuamente, a pesar del aparente lento transcurrir, van pasando cosas en la película. Cada diálogo, cada escena trae consigo un trasfondo y un conflicto. Mientras habla con una de sus empleadas, le están haciendo un examen de próstata. Mientras charla con su jefa de teoría el mundo a su alrededor convulsiona en caos. Todo lo que suceda en esa limusina cumple con su propósito y crea un ambiente fascinante.

Lamentablemente, cuando Parker decide salir de su automóvil es cuando de forma repetida la película pierde su rumbo. Las continuas charlas con su reciente esposa o el enfrentamiento con su asesino, carecen de fuerza o relevancia. Son conversaciones demasiado extensas que se van dilatando en el tiempo donde a pesar de intentar mostrar más capas de su personaje principal solo terminan desnudando complicados desenlaces que no le hacen justicia a la trama ni sus pretenciones. En estos dos casos particulares, los personajes son más bien conclusiones que desarrollo. Son las consecuencias de lo acontecido. Por lo tanto, sus explicaciones a sus conductas carecen de sentido. Aquí es cuando el delicado balance de la historia implosiona en diálogos pretenciosos y tiempos muertos intrascendentes que ocasionan una falta de coherencia y contundencia en el relato.

En conclusión, Cosmópolis es una película interesante, no es ni mala ni excelente. Tiene aciertos como defectos. Sin embargo, definitivamente es una película sugestiva de gran riesgo artístico y totalmente única.