Curiosos deportistas con anécdotas gozosas
Esta película habla de 22 jugadores, amén de suplentes y colegas de otros equipos, y dos amigos. Los dos amigos son los directores técnicos de cada equipo en juego, y además son dueños de todos los equipos, la cancha, los arcos, los vasos y el whisky.
A cada jugador lo eligen detenidamente, lo pulen, lo hacen rendir, lo conservan. En cajas. Se trata de botones de varias clases y tamaños, cuidadosamente lijados para responder mejor a la presión de la tarjeta que los impulsa, según su ubicación en la cancha, peso y tamaño. Los grandotes en la defensa, los de desplazamiento más ligero en el ataque. Con sus respectivos nombres, que evocan nombres de antiguos futbolistas. Antes los niños jugaban de esa forma, tirados a la siesta sobre pisos de portland o cerámica. Después se acabó la infancia, pero algunos siguieron jugando, ya sobre una mesa. En ciertos países hasta hay asociaciones locales (Esplugues Futbol Associació de Cataluña, Futmesa Brasil, donde además está oficialmente reconocido como deporte, etc.) y por acá también existe La Argentina de Fulbotón.
Los dos hombres ya grandes que acá vemos tienen su propia asociación: una amistad de medio siglo y la yapa. Tienen también un similar sentido del humor, paladares cultivados, y el don, que también cultivan, de la conversación afable y la narración graciosa. Da gusto escuchar sus anécdotas y observaciones. Sin ellos no habría película, ni público: los conocidos periodistas Romulo Berruti y Alfredo Serra. Brillantes, distendidos, verlos y escucharlos es un regocijo, aumentado por la buena onda de los dos muchachos que hicieron la película, Daniel Casabé y Edgardo Dieleke, que agregaron separadores tipo "La cabalgata deportiva" y otros chistes y, sobre el final, se trajeron otros dos jugadores, de Brasil nada menos. ¡El clásico sudamericano reeditado en jugadores de nácar, madrepérola y galalita, salidos de los potreros de Perramus y Los 49 Auténticos! ¿Y el árbitro será el Botón Tolón? Un deleite.