En general, debo reconocer que "Cracks de nácar" me sorprendió. Me costó encontrarle la vuelta, y debo reconocer que sin la presencia mágica de sus protagonistas y anécdotas, seguramente el film no sería lo interesante que es. Hablo de Alfredo Serra y Rómulo Berruti, dos veteranos periodistas de espectáculos que los mayores de 35 recordamos con mucho afecto. (Descubrí que estudiaron periodismo en la misma casa de estudios que yo!!!) . En principio, el documental habla de un "fútbol" jugado con botones, sobre una superficie de vidrio. Lo cual, a priori, parece poco interesante.
Sin embargo lo rico es el enfoque que proponen para contar la anécdota, Daniel Casabé y Edgardo Dieleke, los responsables del film. Si bien el planteo es el juego en sí, contado con muchos recursos y colores, lo cierto es que donde "Cracks de nácar" se hace fuerte es en el relato de las anécdotas personales de Serra y Berruti. Creo que de lo contrario, hasta sería un corto (muy bueno, por cierto), simpático. Pero con ellos como narradores de episodios muy jugosos de su vida íntima y profesional, el film, despega, se vuelve atractivo y nos dan ganas de probar, sobre la mesa de vidrio, nuestras capacidades como equipo (contando con los botones correctos, por supuesto).
Hay una minuciosa descripción de todos los elementos que integran el juego y el trabajo que los periodistas hacen para pulir, lustrar y preparar cada botón (jugador) y su incidencia en el juego, así como también se los "personaliza", presentándolos como reales "cracks", con cualidades únicas para este tipo de fútbol.
El relato está bien cuidado, hay deliciosos detalles como los cuadros que presentan (con estilo retro), cada player y sus características y ficha técnica (incluyendo el año que se iniciaron en el equipo incluso!). Además, en el medio, hay un desafío contra un equipo brasileño que enmarca la espera y nos hace conocer a fondo la táctica y estrategia de nuestros representantes, quienes develan secretos increíbles de este... deporte? juego? con gran detalle y pericia.
Ya escuchar y ver el archivo de fotos y recuerdos que trae Rómulo Berruti, vale la pena el precio de la entrada, sin dudas. Un documental, singular, inclasificable, pero, interesante. Si les gusta el cine, las anécdotas de la personalidad de Morelli no son para dejar pasar.