El eterno Rocky Balboa
Creed: Corazón de campeón (Creed, 2015) es a la saga de Rocky lo mismo que Star Wars: El despertar de la fuerza (Star Wars: The force Awakens, 2015) a la de Star Wars: Un spin off, una secuela y una remake, todo al mismo tiempo. Tampoco está dirigida ni escrita por el fundador de la original (Sylvester Stallone) sino por un fanático (Ryan Coogler) que conoce mejor que nadie los puntos fuertes que convirtieron en clásico al film en el que se basa.
Por ende la historia surge del riñón de Rocky (1976) y de la tan mala como genial -algo que sólo sucede con el paso del tiempo- Rocky IV (1985). Apollo Creed (Carl Weathers) fue el contrincante número uno de Rocky Balboa, por quién se hizo conocido disputándole el título en la primera y ganándoselo en la segunda película. En la tercera se hacen amigos cuando Mickey (Burgess Meredith) muere y el mismo Apollo lo entrena. En la cuarta muere en el cuadrilátero a manos del “ruso” Ivan Drago (Dolph Lundgren) y Rocky (siempre Sylvester Stallone) viaja a tierras soviéticas para vengarlo…y dar un discurso sobre los beneficios del capitalismo (cuac).
En fin, datos que Creed: Corazón de campeón conoce, no ignora, y además usa para construir su argumento. Adonis (Michael B. Jordan) es el hijo extra matrimonial de Apollo Creed (su nombre sacado de la mitología griega al igual que el de Apollo no es casual), lleva el boxeo en la sangre y busca para “profesionalizarse” a Rocky de entrenador. El semental italiano está retirado del boxeo en su restaurante de nombre Adrián, que vimos en la sexta entrega. Primero se niega pero finalmente termina en la esquina del joven de tez morena. Su método poco ortodoxo de entrenamiento, también visto en sus otras películas impuesto por Mickey, lo impulsa al chico al sacrificio personal en pos de lograr su objetivo.
La historia se desarrolla como cualquier film de cuadrilátero: joven entrenado por maestro de la disciplina, sacrificio y superación para conseguir el objetivo, prueba que dejas dudas y doblegar esfuerzos para el triunfo final. Pero en la mitad, el film cambia de género deportivo a dramático: a Rocky le detectan un cáncer que debe afrontar. Ahora son dos los que luchan y claro, Rocky que peleó y venció a todos en la saga, ahora sólo le queda vencer al cáncer.
No es casualidad, esta película podría llamarse Rocky vs el cáncer, de hecho le valió un Globo de Oro a Sylvester Stallone. ¿Pero la película no era sobre el hijo de Apollo? Si, pero y aunque siga la misma estructura de la primera es cierto que al chico Michael B. Jordan le falta carisma para transmitir emoción tanto en las buenas como en las malas. Lo mismo a Tessa Thompson, quién interpreta a su novia Bianca, la Adrián afrolatina. Entonces prevalece la leyenda, Sylvester Stallone o Rocky, como más les guste. Quien escribe el guión sabe que el fan quiere ver en acción al maestro y no al discípulo, es inevitable. Lo mismo sucede con Harrison Ford en Star Wars: El despertar de la fuerza.
Sigue siendo sorprendente la reinvención de Hollywood para resucitar franquicias, encontrando en la nueva generación de cineastas que crecieron admirando las clásicas películas a los más idóneos para la labor, incluso superando a los creadores originales de las sagas. Sin embargo Sylvester Stallone se las ingenia para seguir teniendo protagonismo y no ser jubilado. Que la fuerza te acompañe Syl.