Hollywood tiene esa manía por la nostalgia que se explica sencillamente no por su sentimentalismo con los personajes antológicos del cine, sino por su rendimiento en la taquilla. En el 2015 vimos el renacer de Terminator, Jurassic Park y La guerra de las galaxias entre otras grandes franquicias y no es casualidad que todas fueran éxitos contundentes en cuanto a ventas de entradas. Ir a lo seguro exprimiendo una historia ya contada es de alguna manera denotar la falta de creatividad de los guionistas que vuelven a los lugares comunes remixando viejas historias. Creed nos recuerda a la época en que los monstruos sagrados del terror (Frankenstain, Dracula, El hombre lobo, etc) vivían sus secuelas con premisas como "El hijo de...", "La mujer de..." y otros parentescos. En esta oportunidad el título de la nueva entrega no alude a Rocky, quien tiene un papel secundario (por eso la nominación de Stallone al Oscar por mejor actor de reparto) sino a su amigo Apollo Creed. La película corre una suerte similar a la de su protagonista (el hijo de Apollo Creed) quien plantea hacerse un nombre propio en el mundo del boxeo sin vivir de la imagen de su padre.
Si se logra superar el prejuicio sobre que se trata de otra secuela/remake no es difícil disfrutar de la historia. No es exclusivamente de la típica secuela de Rocky en donde un contrincante superdotado de fuerza y desagradable maldad amenaza con dejar al héroe en la lona (aunque algo de eso hay). Sí están los característicos tire y afloje del novato que quiere ser entrenado por el ex campeón pese a que éste al principio se opone (como en Rocky V), así como también está presente el amable romance con la Adriana de turno y otros guiños a la extensa saga. Pero a pesar de todo esto, Creed tiene algunas líneas argumentales propias que es mejor no adelantar y vale la pena disfrutar en carne propia.
Rocky Balboa (2006) había conseguido un cierre digno para lo que parecía ser la última entrega de la historia del semental italiano, pero Ryan Coogler, director de Creed, se encarga de tomar el riesgo de reflotarlo para demostrar que el personaje aun puede dar más. El mérito del director es grande no solo por un guión que está a la altura, sino también por la desenvoltura con la que consigue mostrar los enfrentamientos en el ring. Después de todo, se trata de una película deportiva.
Creed es una película que en una época donde debe compartir cartelera con tantas nominadas a los Oscars, con su sencillez y humildad consigue alzarse con el premio del público que seguro regalará un aplauso una vez que se enciendan las luces en la sala.