La identidad en el cuadrilátero
El espejo cinematográfico donde se mira Creed, corazón de campeón es Rocky, la primogénita y única, obviamente, pero eso no significa que no haya por parte de los productores y sobre todo el director Ryan Coogler una necesidad de revitalizar la saga sin agotar la figura de Sylvester Stallone, aunque sin prescindir de la mística alrededor de la franquicia del pugilista italoamericano convertido en ícono cinematográfico a fines de los 70.
Creed es un film de legados y búsqueda de identidad en el pretexto del boxeo. El legado de Apollo Creed por un lado es el motor que mueve todo el andamiaje de la trama concentrado en la necesidad de Adonis, hijo ilegitimo de Apollo –Michael B. Jordan-, para triunfar en el cuadrilátero sin esgrimir portación de apellido. A la vez, el legado de Rocky ahora en su plan de retirada con gloria o por lo menos con dignidad, se ve representado en la nueva estrategia con el personaje acomodándolo en el rol de mentor, entrenador del muchacho.
No tanto en lo que hace a los consejos boxísticos, sino más bien como la voz de la experiencia y el sacrificio que implica convertirse en un campeón, son las dos lecciones que intentará inculcar Rocky en su protegido, a la vez de prepararse para dar la mejor batalla a una enfermedad, elemento clave del drama que se cuela en esta película, que puede considerarse saga, si es que se buscan los vasos comunicantes o sencillamente una nueva historia que no tiene demasiado que ver con aquella.
Si bien el excesivo metraje (dos horas y 13 minutos) no guarda real correspondencia con el desarrollo de la trama y las distintas sub tramas que la atraviesan, es preciso aclarar que el tiempo de los combates es el adecuado y la adrenalina llega gracias a la buena dirección y puesta en escena, con un virtuoso plano secuencia que seguramente llame la atención a más de uno.
El otro punto clave para que Creed crezca en cuanto a historia obedece al excelente vínculo entre Stallone y Jordan, verosímil en pantalla porque ninguno se destaca sobre el otro y se nota un respeto por los personajes que se transmite a lo largo de las dos horas y monedas.
Enhorabuena, entonces haber encontrado una vuelta inteligente para revitalizar el mito, desvincularlo de la nostalgia hueca que muchas veces opaca las buenas intenciones y marcar un horizonte que seguramente encontrará el rumbo en la figura de Adonis y su búsqueda de la identidad en el cuadrilátero de acá en adelante.