El legado continúa
40 años han pasado ya desde el estreno de la primera Rocky, esa película que marcaría un hito en la historia del cine y la cultura popular, la que a través de su característica melodía de ¨Gonna fly now¨ llenaría de fuerza la sangre de miles o millones de deportistas desde ese mismísimo momento, sin contar con ser el clásico y casi obligado tema a usar en montajes de videos de boxeo y parodias por doquier. En su momento la primera Rocky sumó 3 premios Oscar y más de una docena de premios en festivales y competencias oficiales. Fue el año 1976 en que la magia de ¨El semental italiano¨, Rocky Balboa, pasaría a formar parte de la memoria de todos nosotros.
Hemos visto pasar secuelas de las que podríamos hablar tanto, pero esta vez es distinto. Creed marca una grieta y se convierte en una auténtica bisagra para la franquicia manejada por Sylvester Stallone. Las razones de esto son varías y están a la vista: esta vez Rocky no vuelve a las cuerdas a luchar con el cuerpo, sino que lo hace con el alma y el espíritu. En esta oportunidad su conocimiento, su legado, es transferido al hijo de su mayor rival de tiempos pasados, el hijo de Apollo Creed, personificado en este caso por Michael B. Jordan.
Bajo la gran responsabilidad de la dirección de esta nueva película se encuentra Ryan Coogler, un joven director de poca experiencia que debutó en la pantalla grande con el film Estación Fruitvale (Fruitvale Station, 2013), una película de denuncia social basada en una historia real de gatillo fácil por parte de la policía contra un ciudadano negro. Quien haya visto su primer película podrá notar un gran cambio y evolución para con Creed, algo realmente llamativo tomando en cuenta que Estación Fruitvale no se destaca por su fluidez y cuenta con muchos problemas bajo la dirección y el guion, el cual estuvo también a cargo del propio Coogler (y lo cual se repite en Creed en modo de co-autoría).
Creed funciona a niveles necesarios para ser el puntapié inicial de una saga revitalizada y deja un agradable sabor en la boca que se ve apañado por alguna que otra decisión no tan acertada al intentar hacer uso de la nostalgia como recurso, convirtiéndose en un arma de doble filo.
En ella no faltan las referencias, algunas simples y agradables, y otras tan forzadas como innecesarias, pero por atino de varios otros factores no logran apañar el resultado final.
Las actuaciones están a la altura de las circunstancias, nadie falla ni pretende más de lo que puede dar, tanto Michael B. Jordan en el papel del hijo de Apollo Creed como Stallone en el de Balboa se complementan desde el primer momento como si fueran tío y sobrino tal como se pretenden autodenominar en la película.
La actuación de Stallone viene levantando cierta polvareda por su galardón obtenido como mejor actor de reparto en los Golden Globes y la nominación bajo la misma categoría en los premios de la Academia. Si bien es cierto que es destacado su performance en el film, la nominación parece ser más de índole honorifica o de envión mediático, aunque esto no signifique que no tenga posibilidades de ganar la estatuilla.
A grandes rasgos Creed no solo cumple con el nuevo público, sino también con el viejo fan, aunque incurro que tendrá mejor aspecto positivo en los primeros, ya que la marca que ha dejado Rocky en los corazones de todos los que la tenemos aún presente es muy grande y difícil de reemplazar.