Es una película que tiene todo lo previsible de una secuela. La serie “Creed” reinventa el camino de “Rocky”, y ahora se ajusta a lo que se espera, pero bien hecha. En esta oportunidad Apollo, esta frente a los recuerdos, obsesiones, temas en deuda con lo que vimos en Rocky III y IV. Pero funciona igual de bien para el público nuevo que se suma a lo que parece una de las sagas mas duraderas del cine. En esta ocasión el joven protagonista se enfrenta a un desafío enorme, pelear con el hijo del boxeador que provocó la muerte de su padre. Un destino trágico y una revancha que no será fácil. Cuando finalmente logra que Rocky este en su rincón, deberá no solo entrenarse sino vencer a cada uno de los fantasmas, dudas, dolores y reivindicaciones que exige un pasado y la conquista no solo de un título, sino de aprender lo que significa un objetivo en la vida, un encontrarse mano a mano, puño contra puño con un destino cruel. La película es convencional, pero efectiva y también conmovedora. Steven Caple Jr, es el joven director que le saca provecho con todos los trucos a las escenas de peleas, pero también sabe cocinar a fuego lento esos momentos preparatorios y valorar el acompañamiento y el aprendizaje de maestro y discípulo. Ese aprender con dolor porque es lo único que sirve, ese entrenamiento en el medio de los rigores máximos para recuperar una fe perdida. Sylvester Stallone regresa con su Rocky viejo y sabio que sabe tocar las cuerdas de los buenos recuerdos. Es además el co-guión junto a Juel Taylor, y uno de los productores junto al protagonista y el director de la primera de esta saga Ryan Coogler. Michael B. Jordan se afianza como estrella, Florián Muntenau como el hijo de Drago es una montaña de músculos pero sin el carisma que sostiene todavía Dolph Lundgren. Y hasta aparece Brigitte Nielsen. Será un éxito seguro, en especial para nostálgicos y amantes de las películas de boxeadores. (G.M.)