En medio de la era nostálgica, que Hollywood intenta capitalizar y potenciar en cine y televisión, recuperando viejos mitos clásicos y reinventándolos, “Creed 2” refuerza sus premisas al duplicar la historia del heredero de Apolo Creed con la incorporación de íconos de la saga Rocky para que su sentido termine cerrando aún más.
Aquello que en la primera faltaba, que era la continuidad con su relato del cual se desprendía, aquí se subsana, porque la mayor virtud de “Creed 2” radica en incorporar el duelo entre Adonis (Michael B. Jordan) y Viktor Drago (Florian Munteanu) y el hijo del mítico Iván Drago (Dolph Lundgren).
Además, sumar en un momento clave una pequeña participación de Brigitte Nielsen y engalanar cada aparición de Silvester Stallone como Rocky, ahora en plan entrenador, para aumentar la empatía con generaciones anteriores y apelar a ciertas notas de la clásica melodía de Rocky para reforzar su origen, es clave.
La película retoma la historia de Adonis, un boxeador que tuvo que avanzar en su carrera dejando de lado su prejuicios y luchando con el fantasma de su padre, un eximio profesional que perdió la vida en el ring.
Avanzando con el acompañamiento de Rocky, quien ha oficiado de “padrino” durante toda su vida, Adonis, pese a sus habilidades, ha tomado decisiones que afectaron su presente en el mundo del boxeo, y también en el plano personal.
“Creed 2” evoluciona el relato clásico de la construcción del héroe popular, compartiendo con sus predecesoras (la propia primera entrega y la saga Rocky) las intenciones de humanizar al boxeador con la incorporación de familia y anhelos extra pugilísticos como metas.
En el arranque Adonis pelea por el título mundial, para luego aceptar el desafío de los Drago por enfrentar en el cuadrilátero su historia personal, una historia atravesada por la muerte, la pasión, la mentira y el dolor.
Cuando “Creed 2” olvida ponerse solemne, se recupera su “placer culposo”, y el espectador va y viene en una propuesta que funda su sentido en la gloria, el honor, la familia, el amor, la profesión, entre otros temas. Pero cuando la solemnidad atrapa la narración, hay una notoria pérdida de disfrute, y la progresión se resiente, absorbiendo cada una de las lecciones morales que desde el guion se quieren impartir.
Cuando “Creed 2” refuerza su espíritu ochentoso, la acción, emoción, pasión y nostalgia, refuerzan su relato, una historia con un mensaje sobre la importancia de acompañarnos en la búsqueda de sueños y metas.